Luchar contra la agobio con la ayuda del pensamiento zen

Escrito por Lourdes

10/10/2017

El hombre puede decidir que cosas pensar en su pensamiento, pero no puede elegir cómo pensarlas, es por eso que en ocasiones sentimos tristeza o agobio. Si no podemos ser artífices de la manera que pensamos, no podemos controlar nuestras emociones y por tanto, surge la tristeza. En este artículo, te explicamos como puedes trabajar contra la agobio con la ayuda del pensamiento zen.

Ligada a la falta de dominio en cuanto a nuestro modo de pensar y nuestras emociones, observamos en nuestro interior una sensación de agobio que a veces no podemos evitar. El pensamiento zen advierte que es equivocado el camino de adquirir una conciencia por medio de un trabajo interior largo y progresivo, recorriendo paso a paso el camino de nuestra liberación o iluminación.

El zen expresa que el hombre no debe adquirir paso a paso esta iluminación o conciencia ya que no carece de ella, el hombre no carece de nada y tiene en sí mismo todo lo necesario; el hombre es así comparable a una máquina completa, perfecta. Pero el desarrollo del hombre supone una modalidad que lo divide en dos partes: soma y psique. Por falta de esta unión, el hombre se siente agobiodo, no se considera completo y no goza de las prerrogativas de la Esencia Absoluta.

Según el zen el hombre está completo, mas le falta esta unión sin la cual no puede librarse de la agobio que lo atormenta. Una comparación que hace el zen es que en el hombre existe una masa de hielo a la que no le falta nada para ser de la misma naturaleza que el agua, pero hay que producir cierto calor para que el hielo se derrita.

El zen expresa que el hombre es una máquina perfecta a la que nada le falta, sin embargo, no puede eludir el sufrimiento dado que no puede establecer una conexión entre su cuerpo y su psique. Veamos cómo se puede comprender esta falta de unión y las consecuencias que ello trae para el hombre y de qué modo superarlas, es decir, cómo librarse de la agobio.

Un hombre que ha llegado a la unión de su soma y psique es un hombre realizado, liberado de ese sentimiento de agobio que lo esclaviza. Este hombre es un organismo psico somático, formado por un soma o cuerpo y una psique. La psique de este hombre es una Inteligencia Independiente que funciona de manera libre de su esencia o máquina animal. Su comportamiento no es determinado por su cuerpo, sino por la influencia superior de la Verdad Absoluta. Esta psique se denomina según el zen Razón Divina o Inteligencia Cósmica.

Una fuerza que deriva de esta Inteligencia une los dos principios; el cuerpo animal contiene cierta sustancia que combinada con esta Inteligencia da como resultado la Sustancia Absoluta del hombre realizado. Esta sustancia del soma, según el pensamiento zen flamada “sustancia pro-divina negativa” se une con la con la sustancia contenida en la Inteligencia, flamada “sustancia pro-divina positiva”. La fuerza que emana de la sustancia pro-divina positiva y penetra en la sustancia pro-divina negativa forma el amor del hombre por sí mismo y de la combinación de estas dos sustancias nace la Sustancia Divina Absoluta.

La Inteligencia, sustancia pro- divina positiva es también flamada según el zen “masculina” o “el esperma del ser” y el cuerpo, la sustancia pro-divina negativa, es flamada la “sustancia femenina”. La unión de estas dos sustancias, dada la penetración de la inteligencia en la máquina animal de nuestro cuerpo, es una especie de “coito” interior del hombre y es considerado por el zen un acto de amor del hombre por sí mismo, acto que da nacimiento a un nuevo hombre y derriba el sufrimiento y la agobio.

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