El enfado es considerado por la gran mayoría de la gente como una emoción negativa, descontrolada, y poco civilizada. Y no es de extrañar. El enfado puede hacer mucho daño a las personas a las que va dirigido así como a la persona que lo experimenta.
Sigmund Freud, en su libro “El malestar en la cultura”, denomina esta emoción “Thanatos” o pulsión de mas allá. De ahí que su mala reputación nos lleve a menudo a querer suprimirla, callarla, negarla o disfrazarla cuando se presenta. En algunas familias su expresión es peor vista que en otras.
De hecho, es interesante reflexionar sobre cómo se ha manejado el enfado (o de forma general, cualquier emoción negativa) en nuestra familia de origen – si era una emoción de la que se podía hablar o al contrario, no era bienvenida en absoluto – para entender el significado que le atribuimos. Muchas personas viven el enfado del otro como un pico personal, como un rechazo. Nos evoca perjudicadas narcisistas del pasado.
Sin embargo, ocultar o reprimir su existencia frena nuestro crecimiento personal, nos deja un sabor amargo en nuestras relaciones y además es perjudicial para la bienestar. Es importante dar salida a lo que ocurre dentro de nosotros porque lo que las palabras no expresan, lo acaba expresando el cuerpo, a través de dolencias físicas por ejemplo. El cuerpo es mucho más sabio de lo que pensamos pero desafortunadamente se nos ha educado a no prestarle demasiada atención.
Así, como cualquier otra emoción, el enfado tiene una función y puede ser utilizada con fines benéficos.
Algunos de los beneficios son los siguientes:
-El enfado actúa como una fuerza motivadora
-El enfado nos empuja hacia nuestras metas y nos ayuda a superar con más determinación los problemas o barreras que nos aparecen en el camino. Por lo tanto, cuando es utilizado de forma
adecuada, el enfado nos hace sentir más poderosos y nos motiva más vehemente a conseguir lo que nos proponemos o queremos.
-El enfado puede beneficiar las relaciones
-El enfado es una reacción natural y es una forma de comunicar un sentimiento de injusticia. La sociedad nos ha convencido de que el enfado es peligroso y que es preferible esconderlo. Sin
embargo, un estudio realizado por Baumeister et al. (1990) revela que no comunicar nuestro enfado en nuestras relaciones cercanas incrementa los malentendidos puesto que la otra persona no
sabe lo que ha hecho mal.
Al privarle de una oportunidad para reparar o corregir sus errores, es probable que la otra persona los vuelva a repetir. Por lo tanto, el enfado es positivo cuando
se orienta hacia el deseo de encontrar una solución y fortalecer la relación, no cuando se manifiesta solamente como un modo de descargar su rabia o en forma de orgullo.
-El enfado puede ser un factor de cambio
Si aprendemos a detectar más conscientemente las primeras señales de enfado en nosotros y lo que desencadena esa reacción (aunque parezca que si, muchas veces ni lo tenemos claro), nuestra
capacidad de introspección se verá mejorada. Esta mayor concienciación es más eficaz cuando también prestamos atención a lo que sucede en nuestro cuerpo. El resultado se traducirá en un
incremento de nuestra motivación para el cambio.
-El enfado reduce la violencia
Aunque a menudo el enfado precede la violencia física, también puede servir para reducirla. Es como un mediador, un instrumento que nos permite expresar sentimientos de injusticia o la
necesidad de resolver una situación sin saltar directamente a la violencia.
-El enfado se experimenta como una de las emociones más difíciles de controlar, por lo que hay que tener cuidado. Pero quizás sea precisamente esa represión que ejercemos sobre ella la que nos hace más proclives a reaccionar de forma descontrolada.
Muy realista, todo ayuda en el,progreso personal. Gracias!.
Estoy en desacuerdo con mucho de lo expuesto, comunmente el enfado es mal manejado en las relaciones humanas y deben inxentivarse otraa formas de expresion mas curas.
Soy espiritual es una secta
Pues si, puede causar estres a las personas que reciben esoscenfados si sin violentos.