Itinerarios de meditación. Descubriendo el propio camino

Escrito por

24/06/2017

Exponer algo sobre la meditación con la brevedad suficiente al tiempo que procura aportar algo de luz no es tarea del todo fácil. Aún así para este propósito es de utilidad el trabajo desarrollado por el doctor Daniel Goleman (bien conocido en todo el mundo por su aportación sobre la «Inteligencia Emocional») expuesto en su obra «Los Caminos de la Meditación». En un intento por simplificar mucho la cuestión podríamos agrupar los diversos caminos de la meditación en dos sendas o itinerarios fundamentales: el sendero de la concentración y el sendero de la percepción. En función de cómo sea la práctica meditativa estará en uno u otro, ya que cada uno de ellos encierra sus matices y particularidades.

Recientemente el Dr. Claudio Naranjo propuso una clasificación que recoge tres vías en lugar de las dos que eran conocidas: la vía negativa (sería un recorrido basado en el desapego, el vacío, el centramiento: «el camino del medio»), la vía de las formas (donde primaría la concentración, la absorción, el control de lo mental) y, por último, la vía expresiva (que se resolvería en la libertad, la entrega y la primacía de la espontaneidad). Las dos primeras que Naranjo propone se corresponderían con la percepción y la concentración respectivamente, la tercera vía es fruto de su investigación y descubrimiento en el marco del movimiento auténtico y del movimiento espontáneo y que posee un enorme valor que apenas ha sido descubierto.

En nuestro caso, nos centraremos en las dos primeras en tanto que precisan de un tiempo de sentada en donde además se persigue obtener una medida de paz y tranquilidad que sea garante de calidad sobre lo que se hace.

El camino de la concentración

Este camino es reconocible fundamentalmente en la tradición budista, hindú y cristiana. Consiste en poner toda nuestra atención en algo que mantenga nuestro discurso mental apaciguado, calmado. Su esencia está en no distraerse, por lo que la labor de la persona que medita es lograr concentrarse en un solo objeto. Será sólo en etapas más avanzadas dentro de este itinerario donde uno ya no sólo está concentrado en algo sino que logra traspasarlo, lo penetra quedando absorto en él. La mente pretende llegar a la fusión con el objeto y, cuando esto acontece, el objeto es lo único existente en la conciencia del meditador. Cualquier objeto al que prestarle atención puede ser el motivo de concentración. Así descubrimos cómo los mantras, especialmente el OM que es uno de los más populares y efectivos, son una de las fórmulas escogidas.

Algo similar sucede dentro del cristianismo oriental con la filocalia de la oración de Jesús. Sobre esto se ha escrito ya mucho en nuestros días. Básicamente consistía en interiorizar la frase: «Señor, ten piedad de mí» o el más conocido Kyrie eleison y acompasarlo con la respiración de modo que, en un momento avanzado de este recorrido, la sola respiración se convierta en meditación y oración. En la iglesia occidental vemos una trayectoria similar en el movimiento denominado Oración Centrante o de centramiento. Este trabajo viene desarrollándose de la mano de unos monjes cistercienses americanos, entre los que hay que destacar los esfuerzos de Thomas Keating, que sistematizaron toda una propuesta meditativa que ya venía, más o menos explícita, en la obra anónima clásica de «La Nube del No-saber». Aunque ellos manifestaron claramente, que la oración centrante no pretende ser una técnica ni un método de relajación sino más bien un modo de relación con Dios y una disciplina para fomentar esa relación y también, sin que sea este su fin, como un modo de habituarse al silencio. A pesar de ello, para nuestra comprensión de la meditación, podemos incluirla dentro de aquellas propuestas que tienen mucho que ver con la concentración.

El camino de la percepción

Tiene sus claras diferencias con el anterior. Los primero que pretende este itinerario es superar las visiones que ya tenemos estereotipadas haciendo uso de la atención plena. Se trata de romper con todas las preconcepciones y conceptos abstractos de los que nos valemos para etiquetar todo cuanto nos rodea. Con esta atención, la persona que medita procura acceder a la experiencia cotidiana como si ésta ocurriera por primera vez. Este trabajo se desarrolla prestando atención a los pensamientos y sentimientos que pasan por la interioridad de la persona pero sin que ésta se limite a ellos ni quede aferrada a ellos. Simplemente se trata de observarlos y dejarlos pasar. Las impresiones pueden darse por cualquiera de los cinco sentidos siendo la actitud a tener en cuenta la de registrar lo que se observa. Si en este puro observar surgen juicios, reflexiones o comentarios mentales simplemente hay que dejarlos fluir al tiempo que sucediéndose terminan por pasar. Da igual el estado emocional o mental que se pueda tener, pues si hay «enojo» porque aparece en ese momento algún ruido molesto tan sólo hay que percibirlo para dejarlo ir.

Sobre la percepción hay un trabajo digno de ser leído y de poner en práctica. Considero que su lectura es ya en sí una reeducación de nuestros sentidos. La efectividad de sus propuestas concretas es una realidad que mucho tiene que ver con este camino de la percepción. La obra en cuestión es del jesuita Carlos G. Vallés, discípulo del también jesuita Tony de Mello, titulada «Mis amigos, los sentidos». Abrir esta obra y zambullirse en ella es un reto y una auténtica experiencia revitalizante. La obra y mensaje de Eckhart Tolle, mundialmente conocido, también se enmarca a mi modo de ver dentro de este camino. Sus prácticas del «aquí y ahora» son auténticas y muy efectivas así como la lucidez y claridad de su mensaje.

El paradigma integral u holístico, tan criticado en algunas aspectos y tan valorado y estimado en otros muchos, también está dejando su impronta en la cuestión meditativa. Sus planteamientos recogen síntesis de ambos caminos. De hecho, enuncian al comienzo de tales síntesis los cuatro aspectos que tienen en común todas las formas de ejercicio espiritual o meditación. Considero de interés enumerarlas aquí ya que son a la misma vez pautas que poder seguir:

  • La postura sentada cómoda.
  • La capacidad de concentrarse y mantener la atención.
  • Una actitud cura de apertura, atención y curiosidad.
  • Una práctica cotidiana regular.

Si bien estas son propuestas generales, cuya estructura fundamental es compartida, cada uno debe elegir cuál es la fórmula que más se adecua a su personalidad. es por esto mismo, que esta elección siempre será particular y propia de cada cual.

Esbozar el mapa de las diferentes sendas meditativas no es tarea fácil. Son muchos los aspectos que he dejado en el tintero, pues de haberlos mencionados hubiera complicado mucho la cuestión. Espero al menos haber expuesto unas líneas amplias y generales que hayan logrado despertar el interés de los lectores nóveles en la cuestión e, incluso, clarificado la visión de aquellos que sí conocían un poco este tema, pues cada día este campo es recorrido por más personas.

Realizar el camino es lo que aporta la experiencia deseada, porque quedarse en meras lecturas sólo satisfará nuestro interés a un nivel puramente intelectual. Hace falta caminar sobre el terreno para conocer aquello que el mapa tan sólo indica.

José Chamorro
Maestro y Pedagogo. Formado en Terapia Gestalt y Psicología Integrativa de los Eneatipos
www.josechamorro.es
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