Vivimos con una comodidad emocional pero eso nos conlleva a algunos peligros.
“Vivir sólo buscando la seguridad y la comodidad es vivir dentro de unas murallas donde se está ido.” J.M. Fericgla.
La comodidad siempre es peligrosa. Lo es porque no nos deja ver más allá de lo simple, de lo a gusto que nos encontramos, de lo que conocemos y del conformismo. Así, con frecuencia caemos en las trampas que nos ha preparado el espejismo de bienestar en el que creemos vivir.
1. El sofá de la pareja
La comodidad y la conformidad emocional en el amor son los mayores enemigos de la pareja. En nuestras relaciones, con frecuencia, buscamos crear una burbuja de estabilidad emocional que nos permita acomodarnos y mirar la vida como si ya tuviésemos la mitad del camino hecho.
Tenemos a nuestro lado una persona a la que queremos y que nos quiere; al fin y al cabo, aunque todo salga mal, siempre nos quedará un lugar en el que refugiarnos.
Sin embargo, lo cierto es que solemos confundirnos, lo que esa burbuja nos aporta no es un sofá en el que tumbarnos porque todo vale, sino un soplo de aire fresco. Cuando llevamos un tiempo en nuestra relación, no necesariamente mucho, tendemos a relegar metas y aspiraciones propias.
Dejamos de ser las personas que éramos, cambiamos, y eso nos deteriora al igual que lo hace con nuestra relación. Nos abandonamos física y emocionalmente en una especie de delirio emocional que nos hace pensar, inconscientemente, algo así como “Bueno, ya me cuidaré más adelante”.
Y pensamos “Total, me quiere igual”. Pero, ¿y tú? Si ahora, de repente, desapareciera de tu vida tu pareja, ¿te sentirías bien contigo mismo? ¿Realmente te seguirías queriendo igual o ya te has descuidado demasiado? ¿Te trabajas a diario?
2. Evitar las emociones negativas
No nos engañemos, las emociones incómodas tiene un por qué en nuestra vida. La tristeza, el enfado, la inquietud, la preocupación, el dolor, la decepción, el remordimiento, etc. Todas ellas y sin excepción tienen algo que decirnos.
Lo que ocurre es que huimos de ellas, corremos hacia la dirección opuesta y no les dejamos explicarse. Como consecuencia, pueden convertirse en terribles monstruos como la bajon emocional, la ira, la culpabilidad, la ansiedad…
Huir es un acto de cobardía pero escuchar lo que nos tienen que decir es bastante incómodo, con lo cual no queremos atenderles. Digamos que tener que dejar paso a las emociones adecuadas, esas que no interfieren en la consecución de nuestras metas, sino que las potencian.
3. La falta de pensamiento crítico
Todo el mundo piensa, eso es algo inevitable. Sin embargo, nuestro pensamiento puede ser parcial, distorsionado, prejuicioso, etc.
Tendemos a escoger las parcelas que nos apetecen con tal de no incomodarnos, de no sobrepasar unos límites que tan gratificantes resultan. Así, hay un punto en la vida de cada persona en el que sucumbimos, de una forma u otra, a la comodidad, dando paso a los prejuicios sin contemplación.
De esta manera, nos “tragamos” todo lo que los medios de comunicación, los amigos, los familiares o los conocidos nos dicen. Nos ajustamos a esa norma social de “no sacar los pies del tiesto” y dejamos de pensar por nosotros mismos.
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Caemos, por tanto, en la pereza intelectual y en la estrechez mental, dañando así la razón, la honestidad y la amplitud mental de la que podríamos viver si nos esforzásemos en cuestionarnos y cuestionar lo que nos cuentan.
4. El conformismo
Dejar que decidan por nosotros es otro de los grandes peligros de la comodidad emocional. Como hemos comentado en el punto anterior, dejar que los demás decidan por uno mismo es lo más normal, dado que está mal visto que alguien sobresalga.
Como no nos queremos enfrentar a esa incomodidad de tener que trabajar por nuestros intereses o nuestras creencias, acabamos por dejar que los demás den por hecho que nos ajustaremos a la norma.
Esto desgasta nuestra capacidad de decisión presente y futura, así como nuestra libertad física y emocional.
5. La dejadez emocional
Dejar que las perjudicadas emocionales se enquisten es otro de los peligros de la comodidad emocional. Es bastante habitual creer que debemos dejar el pasado en el pasado aún cuando sigue doliendo, evitando así superar lo que nos pesa y nos ha dolido.
Esto condiciona nuestro presente y nuestro futuro, pues dejamos que la suciedad se acumule y empañe nuestro día a día. Así, dejando de atender a nuestras necesidades emocionales, permitimos que el malestar explote y nos ahogue. Esta sensación es para nuestra alma como para nuestros pies es llevar un talla menos de calzado.
Sin embargo, la vida es tiempo y este es lo único que nunca podremos recuperar. Por mucho que lo intentemos y por mucho que huyamos, es imposible no tener ni un solo problema en los 365 días que tiene el año.
Gracias, gracias, gracias.
Es muy cierto