Hace algún tiempo me encontraba en una librería acompañada de mi padre.
Tras elegir unos cuantos libros «muy elevados» me dispuse a pagar. En ese momento mi padre se adelantó y sacó su cartera, se produjo el típico rifirrafe y el librero muy atento, miró los libros, luego me miró a mi y me dijo:
– Déjale pagar, si no lo aceptas estás cometiendo SOBERBIA…y me sonrió.
Ese es uno de los momentos en los que un desconocido se convierte en un gran maestro… Baje la mirada, deje que mi padre pagara y les di las gracias a ambos.
Y es que, a menudo, queremos ser tan virtuosos que nos olvidamos de las leyes básicas de equilibrio…
En algunos casos porque queremos «ser los más buenos» y con ello impedimos al otro que también se beneficie de los efectos de dar y compartir , con lo que contrariamente a lo que parece nos compartamos, como bien dijo el librero, de forma Soberbia y Egoísta.
En otros casos por la falsa creencia de falta de merecimiento que tantísimo daño nos produce en todos los niveles de nuestra vida, nos negamos a recibir pues nos sentimos como estafadores a los que se les entrega algo que no merecen y nos causan una deuda moral.
Puedes conocer más sobre la falta de merecimiento pinchando en este link
Como un ciclo interminable de transición infinita, el Universo fluye en balance. Tenemos modelos de dualidad estable como la noche y el día, lo masculino y lo femenino y la niñez y la adultez, la vida y la mas allá.
Otro patrón de reciprocidad en la vida es el dar y recibir. En occidente, confiamos ciegamente en creencias equivocadas como que es mejor dar que recibir, sin hacer conciencia de que estas acciones van ligadas ininterrumpidamente en el flujo infinito de la vida.
Este es un proceso natural, como inhalar y exhalar. Cuando das, el universo se equilibra cuando hay un intercambio, dejando a un lado justificaciones de la mente que nos hacen creer que recibir es una acción egoísta. Recibir, cierra el círculo y permite que trascienda la acción concibiendo la posibilidad de continuar dando.
Cuando tú das, te invade en un estado de alegría y satisfacción porque te regalas a ti mismo el concepto de ver más allá de ti y compartir. No importa si das cosas materiales, compañía, apoyo incondicional o amor. El dar es un obsequio, tanto para quien recibe, como para quien entrega.
El recibir funciona de la misma manera. Le permites a alguien tener el regalo de dar y al mismo tiempo equilibras el ciclo que fue iniciado por ti. Mientras más recibes, eres más capaz de dar y ofrecer.
¡Abre tu corazón a recibir! Cuando recibes, inmediatamente tu corazón se llena de gratitud y esa gratitud es la que hace que te conectes con más frecuencias de abundancia que literalmente te rebotan y te hacen merecedor de recibir en mayor cantidad y al mismo tiempo, de dar y compartir.
Consejos para aprender a recibir:
1. Cuando recibas un elogio, agradécelo, no requieres negarlo o justificar qué barato te salió o qué ordinario es.
2. Utiliza decretos para habituarte a merecer. (afirmaciones en primera persona, en tiempo presente y en positivo) Por ejemplo: Abro mis brazos a recibir las bendiciones que el Universo tiene para mí.
3. Reconoce tu capacidad de dar y tu habilidad de recibir. Entre más consciente seas del ciclo, más fácil será para ti ejercerlo.
4. Trabaja en tu autoestima. Cuando nos amamos nos sentimos merecedores y por lo tanto, la apertura a recibir existe en nuestro corazón.
5. Siente gratitud desde el corazón. El agradecimiento tiene una frecuencia vibratoria muy alta y al vibrarlo te conecta con la Gracia. Además, te permite acercar más situaciones por las cuales sentir gratitud.
De regreso al amor incondicional.
Recuerda que eres un ser espiritual en una experiencia terrenal. Tus deseos y requerimientos físicos tienen la misma importancia y valor que los energéticos, emocionales, intelectuales y espirituales. Se trata de vivir la mejor experiencia, la mejor versión de ti mism@.
Así que suelta las preocupaciones y abraza tu multidimensionalidad con gentileza. Fúndete con la energía magnética que irradia la Tierra y la energía eléctrica que emana el Cielo.
Eres tierra, agua, fuego, aire y éter.
Integra cada área de ti, sin negarte, ya que fuiste creado en perfección, la cual va evolucionando en un proceso infinito a medida que engrandeces la conciencia que tienes de tu Origen.
Cada uno de los elementos que te componen se alimenta de algo, recibe para poder transformar, para poder dar…
Sólo amándote incondicionalmente podrás amar al resto, sólo entendiendo que requieres recibir para dar tendrás algo que entregar en este círculo virtuoso que flamamos vida.