Todos los seres humanos tenemos dos aspectos que mostrar al mundo: la cara amable, con todas las cualidades y fortalezas que hemos desarrollado, y el aspecto negativo con todos nuestros defectos, fallas de carácter, e innumerables carencias.
A esto habría que añadir que cuando la parte positiva está muy desarrollada, por lo regular también la sombra es muy poderosa.
La ciencia de la felicidad consiste, en saber alinearse para poder obtener lo mejor que cada ser tiene para dar. Esto se logra solamente cuando somos capaces, de mantener nuestro enfoque, en su lado positivo. Cuando ocurre lo contrario (percibes reiteradamente sus defectos, no escatimas en la crítica, y rechazas un determinado comportamiento que tú desapruebas) entonces creas la correspondencia exacta para que esa persona descargue en ti toda su negatividad. Realmente todo depende del lente que tú uses, porque es tu enfoque el que crea las correspondencias.
Tus experiencias siempre responden a una ley cósmica que decreta:
“De lo mismo que tu das, recibes”.
Consideremos por ejemplo el caso de una pareja de enamorados. Cuando están de novios normalmente los dos se regocijan en las cualidades del otro, y su relación los transporta hasta la cumbre de la felicidad y la armonía. Sin embargo, en el momento en que comienza su convivencia, empiezan a notar los defectos del compañero, y sus atributos positivos fácilmente pasan a segundo plano. Entonces la polaridad cambia, y se comienza a acercar lo peor que la pareja tiene para dar, naturalmente en detrimento de la felicidad mutua.
Todo conflicto en las relaciones comienza, con el enfoque de la mente, en un aspecto negativo del otro.
La mente juzga, hace su propia interpretación de lo que ve, y luego condena.
Cuando un patrón mental ha sido creado, la energía fluye en la dirección que se le imprime, hasta devolverse y producir un resultado. En el caso antes citado las consecuencias serán: perder la paz, y acercar cada vez más sufrimiento. Con el agravante de que, una vez ese patrón mental queda establecido, será más fácil reciclar desdichas, que cambiar las actitudes ya establecidas.
La crítica y el chisme son un paso más adelante en este proceso de crear conflictos. Cuando la palabra hablada se une al pensamiento negativo, quiere decir que la energía de creación, que hemos emitido, llevará más fuerza. Tatempera, o temprano el boomerang que hemos lanzado retornará a su dueño, trayendo consigo una carga negativa, que invariablemente producirá roces, disgustos y molestias.
Te preguntas entonces:
¿por qué nadie me quiere?
¿Por qué mis relaciones están llenas de asperezas y solo recojo incomprensión y agresividad de quienes me rodean?
¡Observa tus pensamientos, y tus palabras! En tu mente tienes la energía para crear tu realidad.
Si escoges pensar lo peor del otro, acercarás lo peor que él, o ella tiene para dar. Si reconoces sus valores, y te enfocas en ellos, ocurrirán dos cosas, ambas favorables:
1) Te sentirás bien contigo mismo y el otro.
2) Esa persona estará abierta para compartir contigo sus tesoros internos.
No olvides que hasta el criminal más empedernido, hasta el ser más abominable, posee una chispa de luz en su corazón.
Concéntrate en reconocer esa chispa, y experimentarás en tu mundo la milagrosa transformación que solo el poder del amor sabe brindar.
A toda relación disfuncional, envolvamosla con luz de amor, y apliquemos las palabras del H´oponopono.
Lo siento.
Perdóname.
Gracias.
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