¿ Alguna vez te has accidentado un pie?
Hace un par de noches sufrí un accidente doméstico en mi pie derecho. Un muy doloroso golpe que lo inflamó al instante y que me aportó una gran enseñanza.
Mientras el dolor me impedía dormir, mi mente empezó a llenarse de pensamientos oscuros:
–¿ Y ahora qué ? En plenas vacaciones, ahora que empieza a salir el Sol, y mañana que tenía una celebración… ¿ estaré bien para poder acudir? Lo que es seguro que los tacones descartados, con lo mona que pensaba ponerme…
Pero ¿ y si está roto? ¿ Cuántos días voy a estar así? ¿ Cómo llevo al niño al colegio? ¿ Y cómo subo la compra, si no tengo ascensor? Seguro que tengo que ir al médico ¿ Será verdad que la escayola pica tanto como dicen?
Y de esos unos cuantos, las noches en vela dan para largo… ¿ O no?
Bueno… a lo que ibamos… a la enseñanza.
En primer lugar esa noche pude darme cuenta de la importancia que tienen los pies…. Sin ellos la movilidad se ve reducida de forma sustancial, los requieremos para vivir, porque vivir es moverse, es avanzar, es llevar a cabo proyectos…
Los pies nos llevan donde queremos ir, junto a las personas que queremos estar, a las actividades que debemos realizar…
Y a cambio de ello ¿ Si quiera reparamos en ellos? ¿ Les damos los cuidados que requieren? ¿Agradecemos realmente que estén allí para nosotros, sanos y funcionales…?
En las plantas de nuestros pies se hayan dos chakras «menores» conectados con el chakra raíz, el que nos asienta a la Tierra, el que permite la materialización de nuestras necesidades básicas… Así que verdaderamente son una muy importante parte de nuestra anatomía.
Por extensión, en esa noche de desvelo, recorrí, mentalmente, el resto de mi cuerpo pensando en las funciones que ejercen todas sus partes y en lo complicada que sería realmente la vida si ellas fallaran, y en la triste verdad de que sólo somos verdaderamente conscientes de su milagro cuando nos fallan…
Otra de las cosas que aprendí del Miedo ( que es la emoción inmediata a no saber qué consecuencias tendría el golpe recibido) fue la cantidad de cosas que se nos ocurren tras la pérdida y que en circunstancias normales dejamos para otra ocasión.
Es en ese momento, en que piensas en que vas a perder la movilidad, en el que lloras de forma anticipada todos esos movimientos que ya no vas a poder hacer…. pero siendo sinceros ¿ de verás los hubiera hecho de no ser por la flamada de atención de mis queridos pies, diciéndome :
–¡Ey! Estamos aquí, ¿ dónde quieres que te llevemos?
Pues probablemente no… probablemente hubiera pasado parte de mis vacaciones tumbada en el sofá…
Y una vez más las pequeñas enseñanzas sirven para hacerlas extensibles a algo más grande…
¿ Cuántas cosas maravillosas con las que sí contamos son ignoradas por nuestra conciencia haciéndose sólo visibles cuando ya no las tenemos?
¿ Cuántas cosas dejamos para mañana sin saber si mañana estarán o estaremos en condiciones de viverlas?
Y en mi caso, llegó la mañana siguiente… y mi pie ( quizá y sólo quizá, porque había extraído las lecciones que pretendía enseñarme… Quizá y sólo quizá, porque no estaba previsto que permaneciera inmovilizada sino más bien todo lo contrario, que avanzara más rápido…. Quizá y sólo quizá porque tengo un cuerpo fuerte y sano aunque hasta este momento me haya preocupado más bien poco de cuidarlo) se encontraba en prometedoras circunstancias.
Ni celebraciones, ni tacones… un poco de reposo, eso sí, pero al menos el dolor había desaparecido. Todo un día para afianzar las enseñanzas, para implementar nuevos propósitos respecto al cuidado de mi cuerpo, respecto a desaprovechar el bendito estado de Salud en el que suelo encontrarme y del que no suelo ser consciente.
Ya han pasado dos días, y hoy al despertar, he tenido clarísimo eso que intento decirme todos los días cuando suena el despertador. Eso que aseguran es lo primero que hay que hacer cuando nos despertamos, agradecer por todo lo que tenemos y bla, bla,bla…
Porque lo cierto es que hasta hoy mi diálogo matutino era más bien este:
-Buffff, qué sueño
-Bueno, alégrate que estás viva y cura
-Sí, también lo estaría si amaneciese en una isla del pacífico y me costaría menos levantarme
-Pues bien empiezas así, venga, alegría y gratitud, verás que bien te va el día
-Bueno, porque tengo café que si no…
Y esta es la última enseñanzas del «pie casi roto».
Sólo cuando verdaderamente somos conscientes de las cosas que tenemos podemos entrar en un estado real de Gratitud, y sólo desde ese estado real se produce la magia y la alegría de estar sano…
¿ Mi dialogo de hoy?
–Buenos días pie precioso, no sabes cuánto me alegro de que estés bien, un millón de gracias por tu pronta recuperación, te prometo que entre todos ( y aquí hago un repaso por todo mi cuerpo) hoy vamos a celebrar que estamos sanos y vivos.
Y ahora, con vuestro permiso, me voy a dar un paseo.
Cada día!!!
Oleeeeee!!!! Y que vivan los «pieses» y lo que no son ellos!!! Sa sa sa saaa!!!! GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS por tu enseñanza y me alegro mucho de que puedas seguir paseando, preciosa!!!!
Namasté!
Sí, lo bueno de la vida (la bienestar, las amistades, el dinero suficiente…) no suele tenerse demasiado en cuenta hasta que falla (ayer me dolió allí, hoy me duele aquí, mañana… ¿dónde me dolerá?; ¿y dónde están mis amigos?; pero si yo vivía bien con lo que ganaba…). Sí, tengo que conjugar más a menudo el verbo dar las gracias, por ejemplo, «Gracias, vista, por permitirme leer este artículo que me ha hecho caer en la cuenta de lo importante que eres». Gracias y gracias y gracias…
¡ Muchas gracias por recordármelo, bendiciones!
MUY BUENO.
gracias
Mira Floyd Alafila
Gracias , como anillo al dedo
Gracias
Si los masajeo con frecuencia.
Gracias
Gracias,… una gran verdad
Gracias gracias, gracias mis pies hermosos.