Eneatipo 7: Gula – El entusiasta

Escrito por evolucion

07/06/2017

Pasión dominante: Gula
El motor del Siete es la gula, entendida ésta como una propensión al hedonismo, una tendencia incontrolada a estar en búsqueda continua del vivencia.

Dicha esclavitud proviene de una necesidad imperiosa, en muchas ocasiones inconsciente, de evitar la agobio. Aferrarse al bienestar supone una distracción del dolor interior. De hecho, el aplazamiento del bienestar se vive con mucha frustración y agobio.

Por ende, el resultado de todo este impulso hedonista es una honda insatisfacción, no mostrada abiertamente por lo general y caracterizada por la tendencia al inconformismo o a la insaciabilidad: nunca es suficiente y siempre quiere más.

El flamado “el Entusiasta” por muchos es propenso a las adicciones de cualquier tipo. La búsqueda de la intensidad en el bienestar le lleva a sentirse atraído por drogas, comida, viajes, contacto fisico, fiestas, pasatiempos…

Una imagen adecuada para simbolizar esta estructura de carácter sería la de un saco sin fondo, en la que, por mucho que se introduzca, nunca está lleno.

La soterrada sensación de insatisfacción queda ensordecida por un exuberante entusiasmo, al servicio de lo que se considera prometedor. De esta manera, el Siete llega a creerse que vive de la experiencia, cuando en realidad no para de mirar hacia un futuro ilusorio.

A la hora de la verdad, tiene una gran dificultad para viver del presente. Por ejemplo, se puede encontrar en mitad de un paisaje idílico y, en lugar de centrarse plenamente en la experiencia, prefiere entusiasmarse ante la idea futura de contarle a los demás dónde ha estado.

La tendencia a ansiar más y más no le lleva tanto a explotar y agotar las vías comunes del bienestar, sino más bien a un continuo buscar nuevos cauces fuera de lo que es considerado común para llenar su gula.

Encontrar un paisaje remoto, una receta peculiar o una idea innovadora representan diversas tentaciones donde el Siete puede poner su foco de atención.

Quiere, por lo general, variedad y novedad. Esto mismo le lleva a emprender grandes proyectos, siempre en busca de “la mina de oro”. Tiende a mostrarse anticonvencional y utópico, precisamente porque evita relacionarse con lo común o con lo conocido.

Debido a su deseo de no querer perderse nada, suele ser muy propenso a la dispersión. Es capaz, por ejemplo, de quedar a la misma hora con dos personas diferentes o bien de ajustar el tiempo al máximo con otras actividades y llegar por tanto tatempera a una cita planeada con anterioridad.

El Entusiasta es poco consciente de sus propias limitaciones y tiende a moverse por impulsos. Pretende abarcar demasiado y suele emprenderse en muchas tareas a la vez, por lo que raramente termina lo que ha empezado.

Se muestra al mundo como una persona jovial, graciosa y elocuente. Allá donde va consigue arrancar sonrisas gracias a su espontaneidad y su discurso dicharachero.

De hecho, una de sus grandes armas es la verborrea, capaz de causar intriga a quienes le rodean, seduciéndolos con la palabra.

A diferencia del eneatipo Dos, quien también es un experto seductor a través de su cuerpo y su temple, el Siete aprovecha más su habilidad persuasiva y su oratoria para meterse a quien quiere en el bolsillo.

Esta persuasión se muestra también en su capacidad para influir en los demás mediante su charlatanería, como un titiritero que hace creer a sus marionetas que actúan por sí mismas.

El embuste, la exageración, la aparente generosidad o la manipulación son herramientas poderosas para alcanzar su objetivo o bien para escapar de situaciones complicadas; todo esto camuflado bajo una imagen de bonachón, entusiasta y pizpireta.

Hay un desdoblamiento entre lo que se muestra y las motivaciones profundas. Bajo la seducción se puede ocultar la imubicación o en la complacencia hacia el otro se puede enmascarar la agresividad evitada.

Todo esto se debe a la dificultad o al miedo de encarar la parte más oscura de sí mismo, continuamente tapada por la búsqueda del bienestar.

Más allá de su capacidad de seducción se esconde un marcado narcisismo. Conceptualmente, el Siete se siente cómodo en las relaciones entre iguales, pero su actitud de “sabelotodo” y su propensión a querer dejar huella en los demás le sitúa inconscientemente en un plano superior al resto.

La búsqueda del bienestar se asocia también a una actitud rebelde que le permite saltarse los límites. Sin embargo, esta rebeldía suele mostrarse de forma enmascarada, llegando a asomar a través de la broma, el cinismo o la crítica a los principios convencionales.

Fijación
El estilo cognitivo del carácter Entusiasta se impregna de un fuerte poder persuasivo hacia el mundo. Sus habilidades en el campo de la inteligencia le lleva a justificar continuamente ante los demás sus actos o postura ante la vida.

De hecho, la autoindulgencia es el mecanismo a través del cual el Siete consigue obtener lo que se propone, a costa de darse el capricho a través de razonamientos irreales.

Por ejemplo, ante la obligación de ponerse a lavar los platos, el Entusiasta se autoconvencerá de ver la tele un rato a través de pretextos diversos que le llevan a ser permisivo y poco disciplinado.

Esto se combina con una imagen de ser consentido, donde el derecho a la gratificación prospera por encima de las obligaciones personales o hacia los demás.

Tiene una tendencia marcada hacia la planificación. La mente se proyecta continuamente hacia el futuro, hacia múltiples opciones apetitosas relacionadas con la culminación de ciertas metas o proyectos agradables.

Sin embargo, dicha tendencia hacia el futuro implica una desconexión profunda con la vivencia presente, de tal forma que, ante la experiencia de comer un primer plato exquisito, el Siete fantaseará con el segundo plato que se va a servir a continuación.

Su potencial imaginativo le lleva a una confusión entre la realidad y la fantasía. No es la actividad planeada lo que verdaderamente le llena, sino el propio concepto mental o la idea visualizada con anterioridad..

Hay una tendencia al pensamiento utópico. Por eso nunca alcanza en la realidad lo que en su mente visualizó, ya que siempre fueron espejismos mentales alimentados intensamente por la fantasía.

Con esto se puede entender que el Siete, a pesar de su tendencia hedonista, no llega a experimentar la verdadera satisfacción. Así pues, la propensión al bienestar en realidad no nace de la búsqueda de dicha satisfacción plena, sino de la evitación del sufrimiento.

Es por esto que, ante situaciones dolorosas o angustiosas, el Siete escapa con la risa o con la propia pasión de la gula, que le lleva a distraerse del dolor mediante estímulos apetitosos.

Algunos razonamientos de este eneatipo derivados del impulso de la gula podrían ser:

Carpe diem / Hakuna matata.
Cuando quiero algo no hay quien me detenga… ni si quiera yo mismo.
No hay mal que por bien no venga.
¡Quiero más!
Tengo el don de promover el entusiasmo y el buen rollo a mi alrededor.
Miedo básico
Se podría decir que el principal miedo subyacente en este eneatipo es conectar de pleno con el dolor.

El Entusiasta ha interiorizado que no hay escapatoria posible al sufrimiento, el cual amenaza a la vida. Por esto mismo, la pasión de la gula predispone a rechazar cualquier conexión con dicho dolor, desviando la atención al bienestar.

El desarrollo de una mente estimulante es la excusa perfecta para evitar la conciencia de sufrimiento. Sin embargo, a pesar de llenarse de estímulos, el Siete finalmente no escapa de la sensación de insatisfacción, resultante de querer llenar un saco sin fondo.

De todos modos, el tiempo que suele estar en contacto con su propio dolor suele ser escaso, pues automáticamente tiende de nuevo a buscar la distracción en forma de sobreestimulación mental o sensorial.

En definitiva, el Siete vive esclavizado a ver el mundo desde una falsa óptica positivista de la realidad, por miedo a quedar atrapado en el vacío interior que podría experimentar.

Mecanismo de defensa
Una de las principales defensas que sustentan el Ego del Siete es la racionalización. A través de este mecanismo, consigue convencerse a sí mismo y a los demás de unos motivos propios no reales para acceder a la vida desde el impulso goloso.

La idealización de sí mismo y de sus propios pasos juegan aquí un factor importante de cara a evitar la realidad dolorosa.

Tras la racionalización y la idealización se esconde el miedo a conectar con sus carencias. Pone su intelectualidad al servicio de hacer creer que se siente lleno a través de lo que hace, como un efecto rebote a reconocer su profundo vacío interno.

Hay una dificultad de asumir sinceramente sus errores, pues esto le conduciría al dolor interior que intenta evitar. Por esto mismo, bloquea intelectualmente sus motivaciones profundas e inconfesables y se vende tras un discurso embellecido, lógico e idealizado.

Ante la experiencia del error, acude a la reformulación positiva, mecanismo por el cual consigue darle la vuelta a la tortilla y transformar lo negativo en positivo.

Por ejemplo, si se ha perdido la oportunidad de conseguir un importante puesto de trabajo, el Siete podría acabar creyéndose que en realidad no estaba bien pagado, que el horario no era el adecuado o que, en definitiva, no era lo que él requiereba.

Infancia
Cuando hablamos de los primeros años de vida en un eneatipo Siete suele ser frecuente encontrar una primera infancia dichosa. De alguna manera, se suele decir que el Entusiasta se ha quedado enganchado de por vida a la teta materna.

Por lo general, vivió la fase del destete con dificultad y tuvo que buscar elementos compensatorios (chupetes, peluches…) que pudieran reemplazar la estimulación agradable del pecho de la madre.

La frustración resultante de la interrupción agradable de la lactancia se transforma en una tendencia al impulso vital de la gula: no está satisfecho y siempre quiere más.

Ante la costumbre de haber consumado las necesidades agradables, es como si el Siete hubiera decidido hacerse autosuficiente a través de una imagen hedonista, permitiéndose coger del mundo aquello que requiere para vivirse lleno y feliz.

Suele ser visto como un niño “caradura”, gracioso y consentido, que siempre obtiene lo que quiere gracias a su ingenio, su encanto o su actitud sibilina.

La presencia de una figura firme de autoridad le llevó a adoptar una aparente sumisión que, en el fondo, no es más que una estrategia de supervivencia para acabar saliéndose con la suya.

Así pues, podríamos concluir que la actitud infantil inherente a una estructura de carácter Siete proviene de haberse quedado anclado en su infancia, como un Peter Pan que, ante las ventajas de haber sido un niño, decidió no crecer.

Sexualidad
Como cabría esperar, el contacto fisico para el Siete es un flamamiento a la gula. Tiende a querer explotar el bienestar del amor en sus diversas formas, aunque no siempre lleva a cabo todas las opciones, sino que muchas las vive a través de una intensa fantasía.

Esta fantasía agradable le incita a no cerrarse ninguna puerta, por lo que puede incurrir en continuas infidelidades o en la falta de compromiso para formalizar una pareja.

Puede tener problemas para experimentar la del amoridad y el amor conjuntamente pues, para el Entusiasta, los demás son percibidos como medios para complementar su propio bienestar. Es por esto que pueda experimentar una adicción a la pornografía o a diferentes prácticas del amores.

El contraste entre la planificación o la imaginación de la aventura del amor con la realidad vivida suele ser a menudo muy frustrante, pues nunca se alcanza la satisfacción plena que se proyecta en la mente.

Morfología
El cuerpo que puede acompañar a esta estructura de carácter se puede parecer a veces al del eneatipo Cuatro: de extremidades alargadas y con cierta fragilidad aparente.

Suele presentar hombros pequeños y un torso plano. En las mujeres no hay un tamaño de pecho excesivo, exceptuando los casos de obesidad, donde la grasa puede aumentar el volumen general.

De hecho, secundariamente puede darse esta tendencia a desarrollar un cuerpo blandito y de formas redondeadas, con propensión a ganar peso.

En el rostro del Entusiasta se suele dibujar una sonrisa que asoma a través de unos labios grandes y carnosos, dispuestos a seguir buscando la teta de la madre, fuente original de bienestar.

Puede vestir de forma desenfadada, buscando ante todo la comodidad y desprende una energía infantil y suave.

Carácter dinámico
Cuando se siente tenso, el Siete se mueve hacia el Uno. Comienza a tomarse más en serio sus propósitos desde una perspectiva rígida, perfeccionista e intransigente, que termina por causarle frustración al no alcanzar las metas propuestas.

Se impacienta y es capaz de criticar duramente a quienes no siguen su ritmo, haciendo a veces apología de sus propias ideas y arremetiendo contra quienes no opinan igual, tornándose más insensible y frío.

Cuando tiende a la integración, el Siete se va al Cinco y, de esta forma, consigue vivir cada experiencia de forma más profunda y pausada. Interrumpe su continuo saltar de rama en rama para permanecer centrado y con mayor sobriedad.

Llega a darse esta integración debido a que el Entusiasta comienza a desidentificarse de su mente, trascendiendo sus propios procesos mentales idealistas y permitiéndose viver y profundizar en el presente, en lugar de indagar en los diversas posibilidades del futuro.

Conclusión
En resumen, un eneatipo Siete se define por ser alguien entusiasta, divertido, hedonista, anticonvencional, impaciente, aventurero, caprichoso, narcisista, insaciable, locuaz, rebelde, encantador, dicharachero, disperso, permisivo, fantasioso, indisciplinado, manipulador, alegre, complaciente y sibilino.

Posibles Siete en la literatura o en el cine:

Peter Pan, personaje ficticio creado para el teatro por el escritor James Matthew Barrie.
Maria Von Trapp, interpretada por Julie Andrews en “Sonrisas y lágrimas” (Robert Wise).
Daniel Hillard, interpretado por Robin Williams en “Señora Doubtfire, papá de por vida” (Chris Columbus).
Pipi Calzaslargas, protagonista de la serie de novelas de Astrid Lindgren.
Homer Simpson, padre protagonista de la serie “Los Simpsons” (Matt Groening).

Sobre el autor

Antonio de la TorreAntonio de la Torre
Es el psicólogo responsable de Terapia Humanista. Pasa consulta en el centro desde sus inicios y participa de forma activa en la expansión de conciencia a través de su labor como terapeuta gestalt y transpersonal, formado también en técnicas de integración cerebral como ICV (Integración del Ciclo Vital) o SHEC (Sincronización de los Hemisferios Cerebrales).

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5 Comentarios

  1. jorge

    gracias por las cosas que dices, yo se que todo es verdad.

    Responder
  2. Romina

    Y como se cura o se cura esa insatisfacción permanente??

    Responder

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