Eneatipo 1: Ira – El perfeccionista

Escrito por evolucion

10/06/2017

Pasión dominante: Ira
El flamado «perfeccionista» pertenece, junto a los eneatipos Ocho y Nueve, a la tríada visceral, donde se sitúa la energía de la ira y de la pulsión. El Uno reprime dicha energía. La contiene de tal manera que, por tendencia, no suele permitirse abiertamente la agresividad.

En los casos en los que se dan los estallidos violentos, generan mucho miedo en los demás y en la propia persona, quien sufrirá posteriormente un alto sentimiento de culpabilidad e incluso, en algunas ocasiones, lagunas de pensamiento en la que no se recuerda lo ocurrido.

A pesar de su constante autocensura, en la expresión postural, facial y verbal se percibe la alta agresividad contenida.

Hay un gran contraste entre su mundo interior y lo que los demás ven pues, debido a la autoimubicación de no perder el control y dejarse llevar por la ira soterrada, el perfeccionista cree que puede llegar a hablar desde la serenidad y la calma, cuando desde fuera se percibe claramente la agresividad.

De tal manera suele producirse situaciones en las que se le comente: “¿Por qué te pones así?”; y el tipo Uno responderá aún más iracundo: “¿Así cómo? ¡Si estoy diciendo las cosas bien!”

Lo que para muchos podría resultar hiriente, el Uno piensa que lo que está diciendo no tiene nada que ver con lo que realmente podría llegar a decir y de la forma en la que podría hacerlo si realmente se dejara llevar. “Te lo puedo decir más alto, pero no más claro” sería una buena muletilla.

Debido a este alto grado de contención, la fantasía de ahorcar con su manos al otro o visualizarse agrediendo a los demás sería otra manera más de dar salida a su alto y reprimido impulso nervioso.

Es una persona muy rigurosa, con un fuerte sentido de la justicia. En su mundo no hay cabida para las medias tintas: las cosas son o no son. Blanco o negro. Bueno o malo.

Debido a que no se permite conectar con la ira, tiende a darle salida a través de una actitud reformadora, donde continuamente corrigen a cualquier persona que se haya expresado “mal”, reordenan el espacio que está “mal” ordenado o cuestionan a aquellos cuyos actos no van encaminados en una “buena” dirección.

Suelen tener un alto grado de exigencia con los demás debido a que se exigen mucho a sí mismos.

El eneatipo Uno siente estar en posesión de la verdad, lo cual le da derecho a reconducir a los demás (y a sí mismo) a través de la crítica. Suele ir por el mundo como una persona adulta y madura que siente como si estuviera continuamente rodeado de niños faltos de valores.

Fijación
Si bien la pasión dominante es la ira, desde un punto de vista mental, la fijación bajo la cual se sustenta el Ego es la necesidad de hacer justicia. Muchos de sus razonamientos apoyan su actitud ante el mundo y no le permiten tomar conciencia del daño que se puede llegar a hacer a sí mismo y a los demás con su exigencia.

Algunos razonamientos de este eneatipo que les impulsa a la acción podrían ser:

“Si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo”.
“Si todos pensaran e hicieran como yo, el mundo iría mucho mejor”.
“La obligación es antes que la devoción”
“No entiendo cómo las personas pueden llegar a tener tan pocos valores”
El sentido de la justicia y de hacer el bien puede llegar a ser tan destructivo que se puede disfrazar la conducta bajo el lema de “el fin justifica los medios”, cuando la destrucción que ejerce la persona realmente viene impulsada por la necesidad de soltar la ira que tanto está conteniendo a lo largo de su vida.

La Santa Inquisión es un movimiento asociado a esta energía: personas que, por tal de hacer “el bien”, van cortando cabezas a su paso. La figura de los cruzados o los paladines también encajarían dentro de este movimiento que se guía por un elevado código moral que les impulsa a entrar en acción.

Son personas esclavas de su valores, donde sus creencias están por encima de sus verdaderas necesidades. Si dichas creencias o valores no permiten complementar su propia necesidad, la frustración y el daño que se autogeneran son las consecuencias de actuar desde el Ego, que invade la mente nuevamente con sentencias firmes sobre lo que es correcto o lo que no.

Se rigen por una voz interior que continuamente indica lo que es válido y lo que no, lo que viene siendo en términos freudianos el “superego”, de donde proviene toda ética o moral. La parte del intuición, el “ello” de Freud, es de donde nace el peligro a no ser suficientemente bueno, por lo que se tiende a reprimir.

Es por esto que el Uno se refugia en la mente, en el indicador de lo que es bueno y justo, lo cual le puede llevar a ser una persona con un gran desarrollo de sus capacidades intelectuales.

Algo muy normal en esta estructura de carácter es la razón que aparentemente siempre encierran sus argumentos. La seguridad sobre lo que dice, ya que es poseedor de la verdad, y la capacidad mental que tiene para justificar su actitud causan muchas veces que la otra persona baje la cabeza y recule con miedo.

A diferencia del eneatipo Seis, que suele también responder a una forma de comportarse «buena» o «mala» según como lo contempla la sociedad en la que vive, el Uno no suele interiorizar las normas externas para funcionar, sino que crea las suyas propias. No requiere ampararse en la mayoría para sentirse seguro de que lo que hace está bien.

Son promotores de grandes causas, flamados a llevar una vida con un fin fijado y capaces de sacrificar mucho por tal de cumplir su misión.

Miedo básico
Este eneatipo se siente imperfecto debido a ese listón que se pone sobre cómo deberían ser las cosas, la supuesta perfección. El miedo marcó al Uno en el momento que interiorizó el concepto de: “si no lo hago lo suficientemente bien, no conseguiré el amor”.

Esta voz interna y superior es el mecanismo de supervivencia que ha desarrollado siendo un niño para poder adaptarse a sus circunstancias. Esto hace que a veces resulte muy difícil la toma de conciencia para comprender que su necesidad imperiosa de hacer lo correcto no es más que su propia trampa mental, donde no se permite experimentar la totalidad de su ser y abrazarse por ser quien es: un ser humano con sus bellas y naturales imperfecciones y un niño perjudicado que requiere mucho consuelo y amor porque tiene mucho miedo a que no le quieran.

El Uno niega la naturaleza de las cosas, pues todo es medido bajo el rasero de su idea de perfección: nunca se es suficientemente bueno ni todo funciona suficientemente bien, por lo que la felicidad nunca llegará realmente si siguen enganchados a su disconformidad con el presente y con los demás, en lugar de aceptarlos tal cual son.

Mecanismo de defensa
El mecanismo de defensa por excelencia en este eneatipo es la formación reactiva: la expresión contraria al deseo interior, debido a que éste se censura.

Un ejemplo claro lo encontramos en el personaje del coronel y vecino del protagonista en la película American beauty, un tipo uno que mostraba su repulsa a los homodel amores bajo su coraza homofóbica cuando, en su interior, el deseo que estaba presente era precisamente dicha orientación del amor.

Infancia
En su infancia los Uno suelen haber sido niños buenos y responsables que no se han permitido (o no se les ha permitido) ser niños.

Puede haber un progenitor muy represor (posiblemente del mismo eneatipo) que ha frenado cualquier expresión visceral. Esto explica que, bajo esta imagen de responsable y de persona con sólidos principios, se esconda un profundo miedo a ser malo, a que haya algo erróneo en sí mismo, a perderse y a pervertirse.

Toda energía que proviene del intuición puede perjudicar la supervivencia del niño, así que se refugia en un escudo de autocontrol.

Por el contrario, también cabe la posibilidad de que los padres hayan podido ser demasiados flexibles y muy poco normativos en la educación del hijo, de tal manera que ha sido el propio niño quien ha requieredo marcar sus propios límites y autoimponerse un código ético de conducta.

Sexualidad
En el campo de la del amoridad, suele haber un cierto puritanismo que se rige por el control de sus impulsos. En algunas ocasiones, esta tendencia comedida puede mezclarse con conductas del amores donde la persona se permite descontrolar, para luego reautoafirmarse en que lo que ha sucedido es algo malo y volver así de nuevo a ponerse bajo las riendas de la represión.

En algunos Uno, esta tendencia a reventar en momentos muy concretos, sobre todo en lo referente a la del amoridad, puede hacerles llevar una doble vida, en la que puedan por ejemplo recorrer con el coche quinientos kilómetros para llevar una conducta del amor evasiva y promiscua, lejos de la mirada de todos, y luego regresar a su vida pública correcta.

Tienen problemas con el vivencia en general. Anulan el bienestar como consecuencia del autocontrol, a no relajarse, pues no es bueno dispersarse mucho. Incluso en las vacaciones pueden estar en tensión e incómodos, como si tuvieran prisa o no estuvieran en verdad aprovechando el tiempo todo lo que se puede.

En algunas ocasiones, este rechazo al bienestar o al tiempo libre pueden estar encubiertos en excusas muy bien elaboradas, tales como “no debo gastar el dinero en balde” o “mi tiempo ha de ser empleado en algo de mayor provecho”.

Morfología
Corporalmente suele haber una tendencia a la rigidez, con expresiones serias y severas, mirada enjuiciadora y rasgos faciales puntiagudos.

Suele tener un porte distinguido, con la cabeza alta, los hombros en tensión y el cuerpo contenido. Tiende a mostrar una apariencia de cierta elegancia, propia de la sociedad aristocrática. La imagen del típico inglés de clase alta encajaría muy bien con un eneatipo Uno: ropa inmaculada donde no se da lugar a la imperfección de una arruga.

La contención de la ira se puede observar directamente en la frunción de la mandíbula. Los dientes apretados son un claro ejemplo de la energía que gastan en contener el impulso que le puede llevar a perder el control. De hecho, muchos Uno argumentan tener molestias por la mañana tras una noche de rechinar los dientes mientras dormían.

Otro gesto asociado sería el de cerrar los puños con fuerza, lo que viene siendo otro intento de reprimir la energía que nace del interior para que no asome al exterior.

El gesto del dedo desafiante o alguno de sus derivados es otra imagen asociada bajo la cual se permite imponer la corrección a quien debe ser aleccionado. De tal manera, la imagen de la señorita Rottenmeier (de la serie animada de Heidi) es un claro ejemplo de eneatipo Uno:

– Clara: Señorita Rottenmeier, señorita Rottenmeier, ¿puedo salir a jugar con Heidi?.

– Rottenmeier (levantando el dedo índice ante la mirada suplicante de su pupila): No, Clara. Lo primero que tienes que hacer es estudiar.

Los ojos desprenden enjuiciamiento. Cuando el perfeccionista posa su mirada ante otro, éste último puede llegar a sentir que hay algo malo en él, como si estuviera manchado o hubiera hecho algo completamente inapropiado.

El tono de voz suele ser claro, escueto y preciso. No requiere andarse con rodeos, dice lo que tiene que decir de forma directa y seca.

Carácter dinámico
En situaciones de estrés, el Uno tiende al eneatipo Cuatro. De esta manera, puede llegar a sentirse incomprendido y a abandonarse en fantasías y ensoñaciones que, en raros casos, se atrevería a llevar a cabo.

Llega a hundirse a veces en el dramatismo, el aislamiento y el estallido emocional, pues no se siente suficientemente valorado. Son los momentos en los que su superyó se relaja lo suficiente como para abandonarse y descuidarse (tendencias depresivas, conductas viciosas e incluso autolesiones).

Por otro lado, el camino al bienestar contempla el movimiento hacia el Siete, a desdramatizar/se y permitirse entrar en la espontaneidad del niño interior, dejándose llevar más por la flexibilidad y la tolerancia hacia sí mismo y lo que le rodea.

Conclusiones
En resumen, un eneatipo Uno se define por ser alguien eminentemente perfeccionista, útil, serio, responsable, con elevados valores, riguroso, controlado, adoctrinador, bienintencionado, arrogante, trabajador, estricto, distante emocionalmente, crítico y práctico.

Algunos ejemplos de Uno en la literatura o en el cine:

Bernarda, madre protagonista de “La casa de Bernarda Alba” (Federico García Lorca)
El coronel Frank Fitts, interpretado por Chris Cooper en “American beauty” (Sam Mendes)
Erika Kohut, interpretado por Isabel Hupper en “La pianista” (Michael Haneke)
La señorita Rottenmeyer, de la serie de animación “Heidi”.
Mary Poppins, protagonista de la película de Walt Disney.

 

Sobre el autor

Antonio de la TorreAntonio de la TorreEs el psicólogo responsable de Terapia Humanista. Pasa consulta en el centro desde sus inicios y participa de forma activa en la expansión de conciencia a través de su labor como terapeuta gestalt y transpersonal, formado también en técnicas de integración cerebral como ICV (Integración del Ciclo Vital) o SHEC (Sincronización de los Hemisferios Cerebrales).

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2 Comentarios

  1. Anónimo

    Me encantó..quiero todos los tipos.

    Responder

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