Mujer, madre y jefa de familia, Dipa Ma hace que el camino del Buddha parezca accesible y la gran meta de la libertad alcanzable en esta misma vida. Lo que sigue son algunas lecciones que provienen de las enseñanzas esenciales de Dipa Ma. Espero que te sean de ayuda en tu propio viaje de liberación.
– Medita todos los días: Practica ahora. No pienses que lo harás más tatempera.
Dipa Ma sostenía firmemente que si queremos paz, debemos practicar con regularidad. Insistía en que los estudiantes encontraran el tiempo para la práctica formal de la meditación todos los días, aunque sólo fuera por cinco minutos. Si eso resultaba imposible, aconsejaba: «Al menos, cuando estés en la cama por la noche, sólo sé consciente de una inhalación y una exhalación antes de quedarte dormido».
Además de la sentada formal en el cojín de meditación, Dipa Ma instaba a los estudiantes a que hicieran de cada momento de sus vidas una meditación. Muchos de ellos eran personas muy ocupadas a quienes les resultaba difícil disponer de algún tiempo libre. «Si estás ocupado, entonces esa ocupación es la meditación», les decía. «Cuando haces cálculos, sabes que estás haciendo cálculos.
Meditación es saber lo que estás haciendo. Si vas apresurado a la oficina, debes estar consciente de ’voy apresurado’. Cuando estás comiendo, poniéndote los zapatos, las medias, la ropa, debes estar consciente. ¡Todo es meditación!»
Para Dipa Ma, la concienciación no era algo que hacía, era lo que ella era –todo el tiempo. Dejó claro que no hay ningún problema con los lapsus de la concienciación, con la mente que divaga. «Le sucede a todos. No es un problema permanente.»
«En definitiva, no hay nada a qué apegarse en este mundo», enseñaba, «pero podemos hacer buen uso de todo lo que hay en él. La vida no es para rechazarla. Está aquí. Y mientras esté aquí, y nosotros estemos aquí, podemos hacer el mejor uso de ella.»
– Elige una práctica de meditación y no la abandones
Para aquellos que comienzan el viaje espiritual, Dipa Ma fue categórica acerca del compromiso con un estilo de meditación. No te rindas, y no saltes de práctica en práctica. Encuentra una técnica que te siente bien y sigue con ella hasta encontrar tu «límite», el punto en el que comienzan a surgir las dificultades.
Un error común que cometen muchos buscadores espirituales occidentales es interpretar las dificultades como un problema con una práctica en particular. Desde la perspectiva de ese incómodo límite, cualquier otra práctica siempre parece mejor. «Tal vez deba probar con cantos tibetanos… o danza sufi». De hecho, las dificultades, normalmente, son una señal fehaciente de que la práctica está funcionando.
Recuerda el consejo de Dipa Ma. Sigue adelante con la práctica que has elegido a través de la dificultad y la duda, de la inspiración y el estancamiento y de los inevitables altibajos. Si puedes mantener el compromiso con tu práctica durante los momentos más oscuros, nacerá la sabiduría.
– Practica la paciencia
La paciencia es forjada al encontrar el límite constantemente. En las situaciones más desafiantes, el sólo hecho de aparecer, de estar presente, quizás sea lo único que uno puede hacer –y puede ser suficiente.
Una estudiante narra los efectos de esta clase de paciencia en la vida de Dipa Ma: «Ella vio a su mente pasar por toda clase de sufrimiento, y fue capaz de aguantar hasta el final. Tiempo después, cuando salió de ese fuego, había algo muy determinado, casi aterrador, en la forma en que podía mirarte, porque se había visto a sí misma. No había dónde esconderse. Ella fue el ejemplo de que uno no puede simplemente sentarse a esperar la iluminación. Tienes que adueñarte de estas verdades en el nivel más profundo de tu corazón.»
La paciencia es una práctica de por vida, para desarrollar y refinar con el tiempo. Según Dipa Ma, la paciencia es esencial para la maduración de la mente y, por lo tanto, una de las más importantes cualidades a cultivar.
– Libera tu mente
Dipa Ma no decía que la mente es principalmente historias, sino que en la mente no hay nada más que historias. Éstas son los dramas personales que crean y mantienen la sensación de identidad individual: quiénes somos, qué hacemos, de qué somos o no capaces. Si no nos damos cuenta de ello, la interminable sucesión de tal clase de pensamientos conduce y limita nuestras vidas –a pesar de que esas historias carecen de sustancia.
Dipa Ma desafiaba la creencia y el apego de los estudiantes con respecto a sus historias. Cuando alguien decía: «No puedo hacer eso», le preguntaba: «¿Estás seguro?», o «¿Quién lo dice?», o «¿Por qué no?». Ella animaba a los estudiantes a observar las historias, a ver su vacuidad y a superar las limitaciones que éstas les imponían. «Dejen ir los pensamientos», insistía. «Meditar no es pensar.»
Al mismo tiempo, enseñaba que la mente no es un enemigo del que hay que deshacerse. Más bien, que en el proceso de hacernos amigos de la mente, de llegar a conocerla y aceptarla, ésta deja de ser un problema.
– Calma el fuego de las emociones
Cuando alguien venía a visitar a Dipa Ma, no importaba quién era, o en qué estado emocional se encontraba embrollado, o cuáles eran las circunstancias; ella trataba a cada persona con una aceptación absoluta y compasiva.
¿Podemos brindar la misma aceptación a las emociones que surgen en nosotros? ¿Podemos ver nuestros estados emocionales como visitas que debemos tratar con bondad? ¿Podemos, simplemente, permitir que la ira y otras emociones surjan y se desvanezcan sin reaccionar de mala manera?
«En la vida cotidiana suceden muchas cosas indeseables», decía. «A veces experimento un poco de irritación, pero mi mente permanece calma. La irritación viene y se va. Mi mente no se perturba por ello. La ira es un fuego, pero yo no siento ningún calor. Surge y desaparece al instante.»
Sylvia Boorstein, que hospedó a Dipa Ma en su casa de California en 1980, contó que una vez su esposo la cuestionó sobre este punto: «Dipa Ma hablaba acerca de la importancia de mantener la tranquilidad y la ecuanimidad y no encolerizarse, y mi marido le preguntó: ’¿Puede usted hacer eso? ¿Y si alguien, de alguna manera, amenazara o pusiera en peligro a su nieto Rishi?’»
«Yo lo detendría, por supuesto», respondió, «pero sin ira».
– Simplifica En todo sentido,
Dipa Ma vivía en la mayor simplicidad. Se abstenía de compromisos sociales.
No le atraían las charlas innecesarias. No se inmiscuía en los asuntos de otras personas, sobre todo en lo que respecta a quejas. La regla para sí misma y para sus estudiantes era vivir honestamente y nunca culpar a nadie.
A menudo se quedaba en silencio. «Cada vez que dispongo de tiempo en soledad, vuelvo mi mente hacia el interior», decía. No desperdiciaba el tiempo en ninguna actividad que fuera innecesaria para su vida.
Del mismo modo que en la meditación, donde practicamos prestando plena atención a una cosa a la vez, Dipa Ma hacía cada cosa sin ninguna preocupación por la siguiente. «Los pensamientos del pasado y del futuro», señalaba, «roban nuestro tiempo». En todo lo que ella realizaba estaba plenamente presente y a gusto, lo abordaba con calma y simplicidad.
– Cultiva el espíritu de bendición
Dipa Ma hacía de su vida una continua bendición. Ofrecía bendiciones a todo. Bendecía a las personas de la cabeza a los pies, soplándoles, cantándoles, acariciando sus cabellos.
Sus bendiciones no estaban reservadas exclusivamente para las personas. Antes de abordar un avión, lo bendecía. Pasear en automóvil era una oportunidad para bendecir no sólo al vehículo sino también al chofer y a los despachantes de gasolina.
En una de sus primeras disertaciones en los Estados Unidos, Dipa Ma dijo: «Meditación es amor». Su espíritu de bendición a lo largo del día era un ejemplo vivo de esta enseñanza. Ella nos recuerda que la verdadera meditación tiene que ver con cómo cuidamos de nosotros mismos y del mundo y, fundamentalmente, que la meditación es el continuo movimiento del amor que, al igual que las bendiciones de Dipa Ma, abarca nada menos que a todos los seres y a todas las cosas.
Extracto y adaptación del Capítulo XI del libro «Dipa Ma. The Life and Legacy of a Buddhist Master». Amy Schmidt, «Dipa Ma. The Life and Legacy of a Buddhist Master», BlueBridge, New York, 2005. Traducción y adaptación: Alejandro P. de León, Appam?daNet, Buenos Aires, 2009. Corrección: María Isabel Zapico.
Erika Martinez
Marcos Luis Serrano Rodriguez
Me encanto, que bonita enseñanza….
Ya Bendiciones