CISNE O PATITO FEO

CISNE O PATITO FEO

Escrito por Evolucion Consciente

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30/07/2016

Nada puede hacernos tanto daño como una imagen distorsionada de nosotros mismos, ser cisne o patito feo no tiene importancia, lo importante es cómo nos consideremos a nosotros mismos porque eso determinará cómo nos comportamos y lo que acercamos.

Es más filtrará incluso la imagen que nos devuelva el espejo, las palabras que recibamos, porque nada tiene más poder sobre nosotros que nuestro propio autoconcepto.

Rescatamos unas palabras de Merlina Meiler al respecto:

Ésta es la historia de un cisne que se creía patito feo.

De niña se miraba al espejo y se veía fea, ese sentimiento la embargaba de tristeza y la hacía sentir muy poca cosa. Notaba cada uno de sus defectos, es más, descubría hasta los que no tenía. Estas pequeñas cosas no la afeaban en absoluto, es más, le daban un toque de distinción poco frecuente, sin embargo, ella estaba convencida de su fealdad.

Otros la miraban y le decían cosas lindas, pero ella estaba segura de que era un patito feo, ésta era su percepción. Entonces así era su realidad. Se vestía, hablaba y se comportaba como un patito feo.

Y generaba situaciones para justificar su modelo del mundo: burlas en la escuela, poca adaptabilidad con sus compañeros de clase, todo lo necesario para que este sentimiento que ella percibía como la realidad realmente lo fuese.

Con el tiempo fue creciendo y se transformó en un bello cisne joven. Pero ella no lo sabía. No entendía los halagos o las miradas que solía causar en los jóvenes del contacto fisico opuesto, ya que asumía que no era merecedora de ellos. Su mapa mental de patito feo le impedía hacer las elecciones que hubiera querido: sólo se permitía ser elegida, sin seleccionar demasiado sus compañías. Obvio, era el patito feo, ¡qué iba a elegir ella, gracias que se le acercaban!

Y tuvo varios tropiezos amorosos, productos de su baja autoestima, sin entender nunca por qué a veces lograba flamar la atención de alguien que eventualmente llegaba a quererla, ¡si era tan poca cosa!

Hasta que un día, sumida en gran infelicidad, buscó consuelo en amistades cercanas. Al escuchar lo que le decían, por primera vez se preguntó: ¿y si fuese cierto? ¿Y si durante años me quedé en lo malo conocido en vez de abrirme a lo nuevo por conocer? Decidió buscar respuestas.

Cada persona que encontraba le hacía notar otra cosa linda y buena que ella tenía y jamás había descubierto. Su modelo del mundo se iba transformando. ¡Imaginen su sorpresa al verse desde afuera, desde el punto de vista de las otras personas! Se dio cuenta de que no era ningún patito feo, sino un cisne majestuoso, lleno de lindas virtudes. Los filtros con los que percibía su propia realidad estaban distorsionados. Así de simple.

Ahora su vida ha cambiado, es feliz, toma sus propias decisiones, está muy conectada con las otras personas desde su verdadera esencia. Ella siente que se trasformó en quien siempre quiso ser, que es en realidad quien siempre había sido: un bello cisne. ¡Sólo que ella no lo sabía!

….

Muchas veces, como en la historia original del cuento, es el entorno el que nos lleva a fabricar un autoconcepto de patito feo.

No es una ficción que nos sentimos desplazados, diferentes al lugar donde nos ha tocado vivir, a la escuela que nos ha tocado ir, o al trabajo que nos ha tocado desarrollar…

Es real que somos diferentes del resto de las personas que lo habitan y en esos casos lo normal es que seamos los señalados, por diferentes.

Ahora, la etiqueta que nos adjudiquemos es cosa nuestra…

Podemos considerarnos patitos feos en una bandada de cisnes y tratar de ocultar nuestra esencia, intentar camuflarnos, apagar nuestra luz…

Sentirnos peores y entrar en el mismo círculo de falta de merecimiento que comentaba Merlina…

O bien dedicarnos a SER, a enriquecer el ambiente desde nuestra diferencia, a maravillarnos con lo que los otros nos ofrecen y brindarles lo que sólo nosotros podemos aportar a ese ambiente.

Y si aun así no somos aceptados, no somos valorados, si nos sentimos solos en ese ambiente, echemos a volar.

Volemos porque en algún lugar encontraremos seres semejantes a nosotros con los que compartir lo que nos une, volemos porque no hay nada más bello que alguien que busca su felicidad, sea cual sea el tamaño de su cuello o el color de su plumaje…

Y sobre todo, no olvidemos nunca, que todos somos criaturas bellas que merecen lo mejor.

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2 Comentarios

  1. MIRTA ELENA ZARLENGA

    MUY BUENO.

    Responder

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