LA MÁSCARA DE LA FELICIDAD

LA MÁSCARA DE LA FELICIDAD

Escrito por Evolucion Consciente

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02/09/2016

Os traemos hoy una bonita historia para reflexionar, de esas que cuentan con el poder de la metáfora para hacerte ver partes de ti que de otro modo no verías, te invito a que vivencias de la máscara de la felicidad…

Érase una vez un rey cruel y duro de corazón. Sus vasallos lo querían tan poco que estaba forzado a sofocar continuamente revueltas y atentados contra su vida. Pero una mañana se despertó con una terrible desazón por lo miserable que era su vida. Lo que más deseaba era cambiar, así que llamó al hechicero real para pedirle consejo.

El hechicero reflexionó por unos instantes y finalmente le dijo:
– Le puedo ayudar, pero su majestad debe estar dispuesto a seguir fielmente mis instrucciones.
– Haré cualquier cosa que devuelva la paz (replicó el rey).
– Muy bien, espere tres días y después le daré algo que le va a ayudar.

Pasados los tres días, el hechicero le entregó un objeto muy inusual: una máscara. Era casi una réplica del rostro del rey, pero con una importante diferencia: en vez de líneas de un rostro fruncido e irritado, mostraba una sonrisa y una expresión plácida y agradable.

– ¡No puedo ponerme eso! (protestó el rey)… No es mi cara y, además la gente no me reconocería; saben que no soy una persona feliz.
– Si su majestad desea que el ayude debe hacer lo que le pido y llevar la máscara siempre (insistió el mago).
– De acuerdo lo haré

El rey se puso la máscara y algo extraordinario sucedió. La gente viveba mirándole y se sentía cómoda en su presencia. Empezaron a sentirse seguros y a confiar en él. El rey respondía positivamente ante la aceptación mostrada por sus vasallos y empezó a tratarlos con cariño y respeto. Poco a poco, el desasosiego se aplacó en el reino y se instauró la paz.

Existía un lugar, sin embargo, en el que no reinaba la paz: en el corazón del rey. Estaba encantado por los cambios caecidos en el reino, pero se sentía hipócrita porque sabía que llevaba una máscara. Lleno de desazón, llamó al hechicero.

– Te estoy muy agradecido por el cambio de mi reino, pero no puedo seguir engañando a mi gente. No soy más que un charlatán. Por favor, dame permiso para quitarme la máscara.
– Si ese es su deseo, ¡que así sea! (replicó el hechicero)

Con gran dolor, el rey se posó frente a un espejo y, despacio, retiró la imagen que había transformado su vida y su reino. No le resultaba fácil, pero sabía que debía hacerlo. Haciendo acopio de todo su valor, abrió los ojos, listo para contemplar su antiguo rostro. Pero no fue eso lo que vio. Milagrosamente, su rostro se había transformado en una imagen gozosa y hermosa, más radiante incluso que la máscara. A través de la transformación interna, el rostro del rey se había transformado en un retrato de júbilo y generosidad. La máscara había sido sólo una medida temporal que le ayudó a que surgiese su verdadera hermosura interna.

Somos Dios, somos Gozo y somos Amor. Lo demás es un espectáculo pasajero, una ilusión. La palabra “personalidad” procede del griego persona, que significa “máscara”…entonces nuestra personalidad es de alguna manera la máscara con la que camuflamos nuestro ser real, que siempre es perfecto y real.

La fortaleza descansa en nuestro interior y sólo se activará cuando le demos permiso. El problema no radica en que somos débiles, sino en que no creemos ser fuertes. Aunque el amor es lo único real, hemos creído en la negación durante tanto tiempo que ahora la creemos verdadera, cuando de hecho no es más que consecuencia de un razonamiento errado.

Somos seres amantes y de divina ascendencia que sueñan ser marionetas o tiranos. Y, sin embargo por decreto real, se nos guarda el trono hasta que descubramos que nuestra naturaleza es la perfecta y amorosa bondad. El rey fue al hechicero en busca de ayuda, no sabía si la máscara le ayudaría; lo único que sabia era que deseaba una vida con más sentido y, por eso, estuvo dispuesto a correr riesgos. Tenía un poco de fe en el hechicero, quien tenía una fe tremenda en el rey.

Nadie nos regala nada más que la fe y la paciencia de esperar a que queramos comenzar nuestra transformación, de ese deseo profundo surgirá el maestro que nos entregará una herramienta para nuestra realización, en este caso es la herramienta del «cómo si» , cómo si ya fueras feliz, cómo si ya fueras esa gran persona y es después de ello, cuando nos hemos «habituado» a actuar como si… cuando un flamado interno nos pide algo más, la coherencia, la honestidad y es entonces cuando hacemos desde el corazón desde la esencia nuestra propia realización.

Ya no parecemos «eso», SOMOS eso…

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1 Comentario

  1. MIRTA ELENA ZARLENGA

    EXCELENTE

    Responder

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