JUEGA CON LAS OLAS

juega con las olas

Escrito por Fatima

27/02/2016

En ocasiones nuestra percepción del mundo está distorsionada. Juzgamos nuestro entorno y a quienes nos rodean a través de un patrón sesgado y despiadado. Juzgamos también nuestra vida, que no se ajusta al ideal que imaginamos y no se ajusta a nuestras espectativas, generalmente poco realistas, y deseamos huir de la realidad porque nuestro entorno, las personas que nos rodean y nuestra propia vida nos enfadan. Si esto te ocurre juega con las olas para equilibrar las emociones que te inundan el pecho y calmar tu ser. Respira para tomar la vida y empuja fuera de ti el rencor y la ira.

El movimiento de jugar con las olas calma el espíritu y actúa sobre los dolores a la altura del pecho.

Nos centramos en este caso en los problemas de espalda a la altura de los pulmones y el corazón, donde se centran las emociones que nos hacen sensibles al entorno y nuestras espectativas sobre la que debería ser nuestra vida.

Ya que soy muy sensible a mi entorno, me he confeccionado un sistema con el cual sé lo que está bien y lo que está mal, lo que es aceptable o no. Puedo estar fijado y rígido en mi modo de pensar o ver las cosas.

Tengo tendencia a juzgar cualquier persona o situación que no entre en mi definición de “correcto”. Puedo reaccionar fuertemente frente a lo que considero ser una “injusticia”. Incluso puedo volverme colérico, incluso violento mientras no esté de acuerdo con lo que veo, percibo u oigo.

También puedo construirme un “escenario” en mi cabeza, disfrazando la realidad, frecuentemente a causa de mi miedo a ver la realidad de frente y también porque la realidad que me rodea me deprime. Entonces, tengo menos gusto de vivir, ya no tengo el sentimiento de estar en seguridad.

Puede invadirme la tristeza. Ya no deseo trabajar. La bajon emocional se va apoderando de mí progresivamente, y querré cortarme de este mundo que sólo me trae pena, frustración, ansiedad. Debo aprender a ver la vida bajo un nuevo día. Aceptar que no pueda vivir en un mundo perfecto pero que cualquier situación es perfecta porque cada situación me permite sacar una lección.

El dolor en la  columna a la altura del corazón también se refiere a los bienestares, a los deseos, a las tentaciones frecuentemente insatisfechas.

A veces mis esperas son desmesuradas, carecen incluso de realismo y me vuelvo irritable, colérico porque “mis deseos” no están realizados. Estoy ofuscado con la vida, mi entorno.

En el fondo de mí, siento un vacío tan grande, generalmente afectivo, que tengo tendencias depresivas y el único modo que conozca de equilibrar este estado de ser y traer algo “picante” en mi vida será crear un estado de excitación, bien sea naturalmente o artificialmente.

Puedo practicar deportes de emociones fuertes (paracaidismo, alpinismo, etc.) o puedo tomar drogas para ponerme en un estado de éxtasis y de bienestar temporal. Me refugio así en un mundo imaginario, protegido de todos. Sin embargo, no estoy al albergue de las emociones que he inhibido y de las cuales he intentado escapar.

En apariencia puedo ser muy libre, pero en realidad estoy encarcelado en mi ira, mis penas, mis frustraciones, y por mi miedo a estar asfixiado por el amor de los demás, porque nunca supe reconocerlo y aceptarlo.

Entonces, tengo tendencia a rechazar a los demás. Me opongo, me mantengo distante y alimento esta cuneta con mi mal humor, mi actitud depresiva. Es importante que reconozca y que acepte mis emociones para poder integrarlas y permitirme vivir plenamente mi vida.

Para equilibrar las emociones que aparecen en nuestro pecho hacemos el movimiento de jugar con las olas.

Cuando hacemos la ubicación de jugar con las olas empezamos desde la ubicación del jinete y adelantamos el pie izquierdo un paso, formando un ángulo de 90º con respecto al pie derecho, como si marcaran las 3 en punto.

Alzamos las manos a la altura del pecho, con las palmas mirando al suelo, inspiramos y empujamos suavemente hacia adelante estirando los brazos (no completamente), como su estuviéramos amasando pan, mientras pasamos el peso del cuerpo al pie izquierdo. Cuando hacemos este movimiento las rodillas deben permanecer ligeramente flexionadas y levantaremos el talón del pie derecho para acompañar el movimiento con todo el cuerpo.

Expulsamos el aire y flexionamos los codos, recogiendo el movimiento, mientras pasamos el peso al pie derecho, que se apoyará completamente, y levantamos la punta del pie izquierdo para acompañar el movimiento con todo el cuerpo mientras el talón izquierdo le mantiene completamente pegado al suelo.

Repetimos este movimiento doce veces.

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3 Comentarios

  1. MIRTA ELENA ZARLENGA

    MUY BUENO.

    Responder

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