En ocasiones nos preguntamos si eso de la manifestación de nuestros deseos por medio de la ley de la atracción será cierto, si eso de ser co-creadores pudiera ser verdad y sobretodo por qué con todo lo que llevamos leído al respecto no nos luce nada. Pero la pregunta es ¿ estás listo para manifestar ?

El poder de la manifestación, lo creas o no, está latente en cada uno de nosotros, como lo estaba el de caminar por mucho que de bebés no pudiéramos hacer uso de él, simplemente faltaban etapas en nuestro desarrollo para activarlo.

Y eso ocurre con todas nuestras potencialidades, que salvo casos excepcionales, hay un camino que seguir, unas etapas que atravesar, hasta llegar al punto en que estamos preparados para convertirlas en realidad.

Veamos pues cuales son las etapas por las que habitualmnte pasamos todos antes de activar nuestro poder de manifestación.

1ª etapa: EL ATLETA

Esta primera etapa se caracteriza por nuestra absoluta identificación con nuestro cuerpo físico.

Medimos nuestra valía y nuestro valor por su forma, por su peso, por lo que se adapta o no a los cánones marcados por la estética.

Como una prolongación de nuestro propio cuerpo, están nuestras prendas, nuestros coches, nuestras casas.

Como a todos los atletas ansiamos conseguir el éxito, y en esta fase lo medimos en función de cúanto atraigamos a los demás, cómo de alto sea nuestro rendimiento y cuántos signos de estatus logremos alcanzar.

Necesitamos la aprobación social para sentirnos seguros.

Evidentemente desde esta fase nuestro poder de manifestar ni se asoma… nos queda bastante camino…

2ª etapa: EL GUERRERO

Etapa marcada por el Ego, por el Ego que nos dice que somos diferentes y separados del otro, por el que nos invita a ser más que aquel, conquistar el mundo y demostrar nuestra superioridad.

Es el momento de tener razón, y que nos la den.

Seguimos identíficados con nuestro Yo físico ( aunque ya no sólo por el cuerpo, aquí incluimos ya nuestra personalidad, nuestras creencias…)

El objetivo del guerrero es someter y derrotar al otro para ser los mejores, seguimos entendiendo el mundo como una competición.

Al vivir en el tipo de sociedad que vivimos es normal pegarse mucho tiempo en esta etapa porque resulta casi un imperativo social.

Es cierto que se nos mide por nuestros logros, es cierto que se nos «exige» que llegados a determinada edad hayamos conseguido ciertas cosas en la vida, todas de índole material, porque si no se nos considera unos fracasados.

Y esa exigencia social la incorporamos a nuestro sistema de creencias y el estatus y la ubicación social se convierten en obsesiones, en marcadores de éxito personal.

Y nadie dice que este mal querer alcanzar ciertas metas en tu vida, pero si te mueves exclusivamente dese este nivel sigues sin estar listo para activar en ti el poder de la manifestación.

3ª etapa: EL ESTADISTA

En esta etapa ya somos capaces de dominar nuestro Ego, la perspectiva se amplia, nuestras creencias, nuestro sistema de valores da un giro y empezamos a preocuparnos del otro.

Empezamos a saber que nuestro propósito fundamental es el de dar, más que el de recibir, querer ayudar empieza a convertirse en una fuerza poderosa en nosotros.

Esta fase tiene  que ver con el servicio al otro, con el agradecimiento hacia todo lo que uno mismo ha logrado en su vida.

Empezamos a alcanzar la paz interior, aumentan nuestras lecturas más profundas y empezamos a hacernos conscientes de esa parte de nosotros más imperecedera, más real, menos condicionada por lo externo, por la comparación, por la separación.

Estamos muy cerca de la última fase, de aquella en la que vamos a poder activar sin esfuerzo y en cada momento nuestro poder cocreador, nuestra naturaleza auténtica.

4ª etapa: EL ESPÍRITU

Da igual cuándo y cómo has llegado a esta fase, pero si estás en ella, tu paradigma sobre ti mismo, sobre la Vida, sobre el resto de seres con los que compartimos este planeta, este Universo, ha cambiado del todo.

Reconocemos la verdadera esencia, nuestro YO SUPERIOR

Al reconocer al YO SUPERIOR te encuentras en camino de controlar las circunstancias de tu vida y a participar con seguridad en el acto de la creación.

Te reconoces y reconoces todo lo que te rodea como una energía infinita, ilimitada, inmortal, universal y eterna que reside temporalmente en un cuerpo.

Adquieres conciencia de que nada muere, que toda energía simplemente se transforma.

Empiezas a apasionarte por tu mundo interior y empiezas a experimentar un distanciamiento con respecto del plano físico, convirtiéndote en un observador de tu mundo y pasando a otras dimensiones de la conciencia.

Eres consciente de la verdadera fuente de la vida a pesar de todos los condicionamientos que arrastrabas y has ido limpiando.

Al empezar en esta etapa es normal sentirse algo extraño, una especie de sentirse en este mundo sin ser de este mundo que asusta un poco, no te preocupes, llegar a este punto es lo mejor que te ha pasado, el mejor de los logros que has conseguido y enseguida te acostumbrarás a esta nueva situación.

Eres energía ilimitada, puedes sintonizar con ella porque es aquí donde abandonas las limitaciones de este plano terrenal para entrar en la dimensión sin límites que te permite crear y acercar hacia ti todo aquello que deseas o requieres.

Tomar conciencia de tu YO SUPERIOR, que es universal y eterno, te permite acceder a la «magia» de manifestra los deseos de tu corazón.