DEJA DE JUZGARTE A TI MISMO

Escrito por evolucion

07/12/2013

Tanto si lo sé como si no, siempre estoy atacándome a mí mismo. Tal vez crea que te estoy atacando a ti, pero sólo es una ilusión. Por supuesto, a veces tú también crees en mi ilusión, y entonces te sientes ofendido. Así es como funciona el mundo.

Pero, en verdad, yo no puedo atacarte. Sólo puedo atacarme a mí mismo. Todo lo que proyecto sobre ti vuelve a casa, vuelve a mí. El pensamiento es el boomerang perfecto. Siempre vuelve a la persona que lo envía.

¡Esto no tiene nada que ver con el castigo! Muchas personas, incluso las que creen en el karma, no compreden esto. Nadie está siendo castigado por sus pecados. Simplemente está recibiendo de vuelta lo que ha enviado para poder tomar conciencia de ello. Si la persona envía ira, la ira vuelve porque tiene que responsabilizarse de ella. Cada uno de nosotros tenemos que adueñarnos de lo que emitimos. Sólo podemos liberarnos de algo cuando nos adueñamos de ello.

Se trata de una ley simple. No hace falta que la usemos para castigarnos unos a otros. No hace falta que digamos: “Ves, desgraciado. Sabía que te iba a volver”. No tenemos que jugar a ser Dios. No se nos requiere en ese papel.

Simplemente tenemos que entender que vamos a seguir cometiendo errores hasta que aprendamos nuestras lecciones. Vamos a seguir proyectando cualidades positivas y negativas en los demás mientras no estemos dispuestos a adueñarnos de ellas en nosotros mismos. Vamos a seguir atacando a los demás hasta que nos responsabilicemos del pico.

Apropiarnos y responsabilizarnos del pico sólo es una manera de cortocircuitar el proceso. Yo digo: “De acuerdo, ira, ya sé que me perteneces, de modo que no voy a pretender que provienes de otra persona”. Eso no significa que no exprese la ira. Si está ahí, es mi responsabilidad expresarla. Pero debo hacerlo sabiendo que me pertenece a mí. De esa manera no tiene por qué ir hacia fuera, quedarse pegada a alguien que se sienta suficientemente culpable como para recogerla y después volver a mí en forma de algún resentimiento callado.

“El Amor no abriga resentimientos” Un Curso de Milagros

Me responsabilizo de la ira. Entiendo que no es a ti, sino a mí mismo, a quien ataco. No me pierdo en la proyección, o al menos no me pierdo cuando tengo éxito en mi intento de responsabilizarme.

No siempre tengo éxito, ni tampoco suelo tenerlo a la primera. A veces te ataco, y a veces me apropio del pico. Cuando te ataco, me siento culpable porque creo que puedo herirte. Llevo esa culpabilidad conmigo y entonces, cuando tú u otra persona me ataca, mi culpabilidad invita a ese pico a quedarse pegado a mí. Todo este proceso es muy extraño.

Cuando te ataco, me siento muy mal. Eso me pone en el centro de la diana de otro posible pico. Todos los extraños que tienen ira acumulada, sienten en mí una víctima potencial cuando paso a su lado. ¡Hasta los pastores alemanes pueden oler el aroma! Cada vez que te ataco, establezco mi propia culpabilidad. Si no crees que esto sea verdad, lee crimen y castigo de Dostoievsky. En la novela, Roskolnikov intenta perpetrar el crimen perfecto. Cree que si mata por una buena razón, no se sentirá culpable por haberlo hecho. Pero no funciona.

Cierto, no le pillan. Consigue que no le acusen del crimen. Pero no puede vivir con la culpa. Finalmente, se entrega a la policía.

Esto es lo que todos tenemos que hacer: entregarnos.

En cuanto atacamos, tenemos que recordar que estamos afirmando nuestra culpabilidad.

Confesémoslo inmediatamente. ¡Al infierno con las justificaciones! Sabemos que el pico no puede ser justificado. De modo que responsabilicémonos de sanarnos y sanar a los demás.

“He cometido un error, hermano. Te he atacado porque tenía miedo. Pensaba que tenía derecho a atacarte, pero me equivoqué. Perdóname. Ayúdame a seguir mi camino”.

Cuando hago de mi pico una petición de amor, mis hermanos y hermanas me permiten que me acerque a ellos. Este es un gesto de reconciliación.

Si reconozco mi pico y asumo la responsabilidad de corregirlo, mi culpabilidad no se queda fijada. La culpabilidad se queda fijada cuando justifico mi pico y me niego a enmendarme.

La culpabilidad crónica no es más que la negativa continuada a asumir la responsabilidad de reconocer y aprender de mis errores. Nadie se convierte en un saco de arena, de esos que usan los boxeadores, sin que haya una causa para ello. Sin embargo, la causa suele estar profúndamente enterrada en la psique.

Cada vez que te ataco, me ataco a mi mismo. Ese pico puede venir en forma de juicio sutil, pero, si se repite una y otra vez, me envía continuamente el mensaje de que no soy adecuado.

No es coincidencia que los individuos que tienen menos autoestima sean los que más juzgan a los demás. Cuanto más nos dedicamos a juzgar a los demás, más nos juzgamos inconscientemente a nosotros mismos.

Todas las proyecciones vuelven a casa. Ésta es la función de la culpabilidad. A cierto nivel, se niega a permitir que nuestro pico nos deje. Simplemente no podemos atacar a los demás sin sentirnos responsables del pico en algún nivel de nuestro ser.

Cuando llevamos esta responsabilidad a la conciencia, podemos empezar a sanar. Cuando dejamos que siga siendo inconsciente, acercamos sucesos que nos obligan a tomar conciencia no sólo de nuestros picos hacia los demás, sino del profundo odio que sentimos hacia nosotros mismos, que es el que causa esos picos.

La culpa y la responsabilidad se excluyen mutuamente. La culpa se queda pegada a la perjudicada impidiendo que ésta se cure. El primer paso del proceso de sanación es la responsabilidad.

Para soltar la culpa y dejar de juzgarnos, debemos empezar a responsabilizarnos de nuestros picos contra otras personas. Debemos tomar conciencia de nuestras proyecciones en cuanto ocurren.

Tomando conciencia de nuestro pico, vemos la causa que está detrás. Vemos nuestros propios miedos, nuestros juicios profúndamente arraigados y nuestros sentimientos de inadecuación. Vemos nuestra profunda flamada al amor.

Esto es esencial. No podemos empezar a perdonarnos a nosotros mismos hasta que no nos demos cuenta de que toda nuestra oscuridad es una flamada a la luz, y de que toda nuestra ira y dolor son una flamada al amor. Tenemos que reconocer esto, porque de otra manera tomaremos nuestra conciencia y la usaremos para golpearnos a nosotros mismos.

¡No debemos subestimar este peligro! Si dejamos nuestro proceso de sanación en manos del ego, no pasará de ser otro proceso en el que volveremos a herirnos. Sólo el Espíritu puede estar al cargo de nuestra sanación, porque el Espíritu confirma nuestra validez, al tiempo que nos anima a enmendarnos y a aprender de nuestros errores.

Yo no soy malvado por haberte atacado, y tú tampoco eres malvado por haberme atacado. Nuestro pico mutuo viene de que ambos nos sentimos profúndamente inadecuados. Viene de un lugar en el que ni tú ni yo nos sentimos amados.

Reconocer esto es el principio de la flamada a la gracia. Comenzamos a ver, incluso en la oscuridad, con los ojos del amor.

Mientras yo mismo me crucifique o te crucifique por cometer un error, nuestra sanación no puede comenzar.

Lo importante no es el error. Es el aprendizaje, el crecimiento, el cambio de percepción que el error trae consigo.

Cuando entiendo esto, me doy cuenta de que mis lecciones están bien. Me doy cuenta de que tus lecciones están bien. Tengo una base sobre la que avanzar. La reconciliación y la reconstrucción comienzan sobre esta base. Éste es el verdadero fundamento de la sanación, el perdón de todos los errores y la gratitud de la conciencia que nos aportan.

Recuerda, la responsabilidad no viene del ego. La culpa, sí. La culpa prolonga la sensación de separación. Mantiene la perjudicada abierta. La culpabilidad dice: “Nada que yo pueda hacer será suficiente para enmendar mis errores”. La responsabilidad dice: “Abrí esta perjudicada y puedo cerrarla”. Es importante entender la diferencia.

Muchas ideas Nueva Era han sido usurpadas por nuestros egos, que las usan como herramientas no para crecer, sino para castigarnos y castigar a los demás. Muchas personas, estando muy enfermas, han tenido que escuchar estupideces como: “Tú te has enfermado a ti mismo. Es tu propia ira la que te ha producido el cáncer. No te estás sanando porque aún está apegado a tu ira”. Este tipo de sermones son cosa del ego, que está tratando de repetir el mensaje de la responsabilidad. No funcionan.

Cuando el Espíritu toma a su cargo el programa de la responsabilidad, hace que todo esté bien. Hace que la disfunción, el cáncer o cualquier otra, sea un lugar desde el que crecer. No mide el progreso con criterios externos. Tan sólo dice: hay un lugar interno donde es posible encontrar la paz. Emoticono heart

Cuando hablamos de sanación, hablamos de abandonar los juicios sobre nosotros mismos y la culpabilidad por los errores del pasado. Esto exigue responsabilidad y delicadeza. Se trata de soltar lo que no nos pertenece. Se trata de lavar esa sustancia pegajosa que aparece sobre nuestra piel cuando nos dedicamos a justificar nuestros juicios sobre los demás. Se trata de bañar la totalidad del alma en amor y aceptación.
acéptate como eres y acepta a los demás como son.

Más de este blog…

ETAPAS DEL PERDON

ETAPAS DEL PERDON

La sanación sólo puede realizarse en el momento en el que uno se perdona. Esta etapa tiene el poder de transformar no...

ALIVIA EL DOLOR CON ESTA TÉCNICA

ALIVIA EL DOLOR CON ESTA TÉCNICA

Curiosa técnica para aliviar tu dolor en tan solo unos minutos: En nuestra sociedad del bienestar bien es cierto que...

8 Comentarios

  1. Lorena

    Me encanto!!!!

    Responder
  2. Guille

    Muy, muy bueno Man

    Responder
  3. Nestor Guijarro

    Muy bueno, muchas gracias de corazón.

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *