Bloqueos Afectivos Originados en la Infancia

Escrito por evolucion

08/10/2017

Los bloqueos afectivos se encuadran en tres categorías principales. Algunos afectan sobre la visión interior que tenemos de nosotros mismos. Así, algunas percepciones comunes de las propias personas, tales como “no merezco amor”, o “no necesito a nadie, soy fuerte”, pueden perjudicar seriamente nuestra receptividad al amor.

Otros bloqueos afectivos inciden sobre nuestra visión del mundo en general y reflejan nuestra filosofía de visa y nuestras expectativas. Por ejemplo, muchas personas fueron educadas en la idea de que el mundo es un lugar frío u hostil, y en consecuencia creen que “en mi horóscopo no hay amor”. A otras personas se les enseñó a ver el mundo como un lugar en el que las oportunidades se esfuman rápidamente, por lo cual creen que “para mí es demasiado tatempera; mi plazo ya venció”.

El tercer tipo de bloqueos afectivos determina nuestra visión de los demás y nuestras expectativas respecto de cómo deben tratarnos. Muchas personas, por ejemplo, creen que “el amor debe ser de cierto modo”. Si se les ofrece amor de otra manera, consideran que no es verdadero amor y lo rechazan. Hay también quienes piensan que si al amor hay que pedirlo, no es verdadero amor. Por lo tanto, encaran sus relaciones con una demanda implícita: “¿Por qué no puedes leer mi pensamiento?”.

La mayoría de las personas padece más de un bloqueo afectivo, de diferentes tipos. De hecho, es frecuente que un mismo individuo padezca bloqueos de los tres tipos mencionados, que actúan en forma simultánea. En ese caso, su percepción de sí mismo tiene expectativas irrazonables respecto de los demás.

Como es obvio, los bloqueos afectivos pueden manifestarse en nuestro pensamiento consciente, adoptando formas ya conocidas por nosotros. Pero por lo general los bloqueos están arraigados en nuestro inconsciente y sirven a fines-y producen efectos – de los que no tenemos plena conciencia. De ahí que sean tan tenaces y nos afecten con tanta fuerza.

Los bloqueos afectivos afectan a las personas de distinta manera y en distintos grados. Algunas personas tienen relaciones que les ofrecen la posibilidad de sentirse amadas y valoradas y de lograr una auténtica intimidad. Sin embargo, sus bloqueos afectivos les impiden concretar esas posibilidades. Más aún: las personas así afectadas se comportan de un modo que inevitablemente les crea problemas y que hasta puede llegar a destruir por completo las relaciones.

En otras personas, la afección es más grave. Sus bloqueos afectivos las llevan a entrar en relaciones que les ofrecen poca o ninguna posibilidad de llegar a sentirse valoradas y amadas y de encontrar la intimidad que buscan. Se vinculan con personas reprimidas, crueles, inmaduras, egocéntricas, o bien con personas que al parecer reúnen las condiciones necesarias para brindarles amor, pero no pueden hacerlo por razones ajenas a ellos.

LOS ORIGENES INFANTILES DE LOS BLOQUEOS AFECTIVOS

Dado que todos deseamos ser amados, es obvio que nadie genera un bloqueo afectivo por elección consciente. Nuestros bloqueos afectivos son inconscientes y en su origen es probable que haya una razón que los justifique. Suelen nacer como una manera de protegernos contra alguna experiencia anterior que nos produjo miedo y confusión, una experiencia tan difícil y dolorosa que nuestra frágil psiquis no pudo manejarla. Tal vez desde una perspectiva intelectual adulta nuestros bloqueos afectivos no parezcan tener mucho sentido. Pero si exploramos nuestras experiencias tempranas, inevitablemente descubriremos que hay amplios motivos emocionales que los explican.

La naturaleza también decretó que permaneciéramos en esa situación de desvalimiento y dependencia durante un período inusitadamente prolongado. La mayoría de los animales madura en un lapso relativamente breve después del nacimiento, pero el infante humano nace cuando el cerebro y el cuerpo se encuentran muy lejos del desarrollo completo. Para cada uno de nosotros eso significó que durante el largo período de la infancia y la adolescencia nos encontráramos en una situación de extrema vulnerabilidad. Existía una gran riesgo de que alguna de nuestras necesidades no fueran satisfechas y de que nada pudiéramos hacer para remediarlo.

Si bien jamás superamos la necesidad de amor, ésta nunca es tan urgente como en las primeras etapas de la vida. De hecho, el amor es tan crucial para la supervivencia del infante como el aire que respira y la leche que lo nutre. Como dice una canción popular, “el amor es como oxígeno; si no tienes bastante, te mueres”.

Cuando la necesidad infantil de amor no es satisfecha en la medida necesaria, ocurre algo trágico: el niño comienza a perder su receptividad natural para el amor. En términos ideales, esa receptividad natural se va expandiendo a medida que su necesidad de amor es satisfecha, del mismo modo como su cuerpo crece a medida que son satisfechas sus necesidades alimentarias. Y al mismo tiempo que crece la capacidad del niño para recibir amor, también crece su capacidad de dar amor.

Pero cuando el niño no recibe bastante amor, su receptividad natural disminuye, tal como se contrae un estómago que no recibe alimento. Si la necesidad de amor de un niño no es satisfecha en forma sostenida durante largo tiempo, o si el niño sufre una experiencia traumática en la cual la respuesta a su pedido de amor es el maltrato o el total rechazo, aquella parte del niño que llegó al mundo abierta y receptiva al amor puede marchitarse por completo. Será entonces como si el yo naturalmente receptivo del niño hubiera ido.

Los mecanismos de supervivencia que nos ayudaron en la infancia suelen volverse contra nosotros en la adultez bajo la forma de bloqueos afectivos, y en última instancia nos causan más daño que beneficio.

Si bien nos fueron necesarios para sobrevivir en la infancia y en la adolescencia, en la edad adulta debemos liberarnos de ellos para poder desarrollarnos y recibir amor.

LA IMPORTANCIA DE AHONDAR EN EL PASADO

Son legiones los que piensan que ahondar en el pasado es una tarea absurda. Una razón obvia de semejante ubicación es que para mucha gente el pasado fue doloroso. Como no quieren reconocerlo, miran estoicamente sólo hacia el futuro diciendo “dejemos atrás el pasado”. O tal vez se permitan recordar el pasado, pero sólo una versión fantasiosa que justifique su afirmación. “Tuve una infancia muy feliz”.

En algunas familias se miente abiertamente sobre el pasado, o se lo oculta. Si los niños formulan preguntas que indagan en el pasado, se los silencia con frases como “no es asunto tuyo”, “eso nada tiene que ver contigo” “no eras más que un bebé entonces”, “eso fue hace mucho y se acabó”, “en realidad no tiene ninguna importancia”…

La verdad, en cambio, es que el pasado tiene una gran importancia. Al igual que se transmiten los genes de una generación a la siguiente, también se transmiten los esquemas y los problemas psicológicos. Incluidos los bloqueos afectivos. Cuanto más ignore una persona su legado psicológico, tanto más probable será que quede atascado repitiendo una y otra vez los esquemas y dramas pasados de la familia.

Por otra parte, si no se comprende por qué y cómo se desarrolló un bloqueo afectivo, todo intento de superara ese bloqueo afectivo, será superficial y estará condenado al fracaso. La actitud que adopta mucha gente es “No me importa de dónde vienen mis bloqueos; sólo me importa librarme de ellos”. Pero la eliminación de un bloqueo empieza por la comprensión de sus orígenes, y ello sólo es posible cuando la persona está dispuesta a examinar su historia familiar y sus propias experiencias tempranas.

EL TIEMPO Y EL INCONSCIENTE

Lo pasado pisado. Este concepto descansa en una premisa totalmente incorrecta, a saber que la psiquis humana funciona conforme al tiempo lineal y es capaz de establecer distinciones claras entre pasado, presente y futuro. En realidad sólo la conciencia puede distinguir entre pasado, presente y futuro: el inconsciente no hace estas distinciones. A decir verdad, el inconsciente no tiene ningún sentido de tiempo lineal.

Cada vez que un suceso de nuestra vida nos causa una intensa reacción emocional, el recuerdo de ese suceso y los sentimientos que lo acompañan son automáticamente depositados y almacenados en el inconsciente.

A medida que avanzamos por la vida tenemos otras experiencias que hacen aflorar recuerdos inconscientes de experiencias pasadas, y junto con ellos afloran también los sentimientos que en su momento experimentamos como reacción a dichas experiencias. Pero cuando los sentimientos del pasado reviven en nuestro interior, no los experimentamos como viejos sentimientos; los experimentamos en el aquí y ahora, a menudo con la misma intensidad de la primera vez, aunque el suceso haya ocurrido treinta, cuarenta o sesenta años atrás.

Es como si la identidad adulta nos fuera arrancada de pronto haciéndonos sentir nuevamente como niños desvalidos. Aunque estemos vestidos con ropas de adulto por dentro sentimos como si hubiéramos vuelto a los pañales.

Aunque en ocasiones el inconsciente falle en el almacenamiento de los detalles de hechos pasados, jamás deja de conservar los sentimientos. Aun cuando pueda parecer que ciertos sentimientos surgen “de la nada” o “porque si”, en realidad afloran desde el subconsciente. Y aunque el protagonista de la experiencia tenga la impresión de que esos sentimientos sepultados vuelven a la conciencia “sin razón aparente”, suscita, por ejemplo, un perfume, un sonido, o el aire de una persona entrevistada al azar en la calle.

Tal vez uno esté convencido que puesto que nada recuerda, nada ocurrió. Lo más probable, sin embargo, es que sufraperturbaciones emocionales- bajon emocional, ansiedad, miedo a la intimidad o desórdenes alimentarios- cuya existencia misma indica que hubo en algún momento des se pasado una experiencia traumática. Aun cuando el recuerdo de una experiencia dolorosa parezca haber sido borrado, las consecuencias emocionales de esa experiencia persisten.

Como se opera el proceso de cambio

Al principio es sólo una comprensión intelectual, un concepto incorporado en la mente. Pero a veces es preciso mucho tiempo mucho tiempo para que ese nuevo conocimiento penetre en las emociones y en el corazón. Si bien la comprensión intelectual es decisiva, el cambio sólo puede producirse y completarse cuando lo que se comprende por vía intelectual es captado emocionalmente y comienza a penetrar cada vez más hondo en la psiquis.

Y al dar este paso, es muy común constatar que cuando alguien supera un bloqueo afectivo, descubra que detrás de él se ocultan otros.

Las características del cambio personal, en relación a los bloqueos afectivos, podemos sintetizarlas así:

1. EL CAMBIO COMIENZA CON EL DESEO DE CAMBIAR, JUNTO CON LA COMPRENSIÓN DE QUE EL CAMBIO ES POSIBLE: Muchas personas pasan por la vida como sonámbulos, con escasa o ninguna percepción de los problemas que existen en su relación con los demás o consigo mismos.

Hay quienes saben que algo anda mal y los expresan de las más diversas maneras: “Sufro mucho”, “Necesito crecer más como persona”, “Quiero obtener más de la vida y de la gente”, “Mis relaciones nunca resultan como yo quiero”, “Algo me falta”, y así sucesivamente. A veces esas mismas personas sienten que “Soy como soy, nada puedo hacer para cambiar”. Pero después de ver cómo cambia la gente a su alrededor, su actitud puede cambiar: “Tal vez no deba seguir siendo como soy”, “Tal vez yo también pueda cambiar”. Ese es el momento en que puede comenzar el cambio.

2. EL CAMBIO SE PRODUCE MÁS FÁCILMENTE CON LA AYUDA DE UN GUÍA: Cuando nos disponemos a internarnos en un territorio desconocido, siempre es aconsejable consultar a alguien que estuvo antes allí. Un guía puede sugerirnos qué caminos tomar, alertarnos sobre los accidentes del terreno, decirnos qué podemos esperar del viaje, estimular nuestro interés y entusiasmo y contarnos las experiencias de quines ya han viajado por la misma ruta.

En el dominio del campo psicológico, son muchos los guías que pueden sernos de utilidad. Por ejemplo, los libros de autoayuda, las enseñanzas o prácticas espirituales, y los grupos de apoyo como Alcohólicos Anónimos. Existen también guías individuales. En buena parte del mundo y a lo largo de gran parte de la historia, el guía personal fue casi siempre un maestro espiritual, un gurúo mentor. Pero en la cultura occidental de nuestros días el guía personal es habitualmente un psicoterapeuta.

Es conveniente formular una advertencia. La terapia no es el único medio para superar los bloqueos afectivos. Si bien es el modo decididamente indicado para aquellos cuyos bloqueos afectivos le incapacitan gravemente para mantener relaciones, quines sólo padecen problemas leves pueden superarlos con otro tipo de guías.

3. AÚN EL MEJOR DE LOS GUÍAS ES SÓLO UN GUÍA; es el paciente quien produce el cambio. Muchos libros escritos en años recientes dejan la impresión de que la única manera en que alguien logra cambios sustanciales en su vida interior y su comportamiento exterior es sometiéndose a un prolongado tratamiento psicoterapéutico individual. Más aún: un aluvión de recientes libros de autoayuda escritos por psicoterapeutas describe el proceso e cambio ubicando al terapeuta en el papel estelar y convirtiéndolo en un ser omnisapiente que siempre encuentra la palabra justa en el momento justo.

Según tales elatos estereotipados, el paciente llega al consultorio con su vida deshecha, y como se muestra reacio a entrar en detalles, el terapeuta logra, con habilidad detectivesca, arrancarle su historia mediante una serie de preguntas sagaces. Casi antes de que el paciente termine de hablar, ya el terapeuta ha asimilado completamente los problemas expuestos y sabe como resolverlos. Aun más asombroso es que al instante es capaz de comunicarle todo esto al paciente en un lenguaje compasivo, elocuente y sucinto. Al poco tiempo el paciente vuelve al consultorio del terapeuta y le informa que su vida ha dado un vuelco total.

Los pacientes de terapia que leen este tipo de descripciones se desalientan, dado que ellos no han experimentado cambios tan enormes, y llegan a la conclusión de que algo anda mal en su tratamiento y que sus terapeutas no son tan rápidos e infalibles como los de los libros. La realidad es otra. Los terapeutas no son dioses, y aun el más perceptivo, sabio y brillante de ellos no es más que un guía. Por otra parte, en la terapia es el paciente quien hace el grueso trabajo y quien produce la totalidad del cambio. A lo sumo, el terapeuta participa una hora por semana, pero el paciente vive el proceso de cambio durante 24 horas por día y 7 días por semana. El terapeuta puede tener percepciones profundas y brindar brillantes interpretaciones de sueños, pero nada de eso ayudará un ápice al paciente si éste no ha llegado por sí mismo a idénticas conclusiones.

4. EL CONOCIMIENTO CONSCIENTE ES UN INGREDIENTE CLAVE DEL PROCESO DEL CAMBIO: Es habitual que en sus relaciones con los demás el individuo no tenga conciencia de lo que hace ni de as razones por las cuales lo hace. Obviamente, mientras una persona desconozca sus propios esquemas de conducta, le resultará muy difícil cambiarlos. De ahí que sea crucial cobrar conciencia de los problemas.

Igualmente crucial es comprender por qué se generan determinados esquemas. Muchas personas que no se han esforzado seriamente por comprender y cambiar sus esquemas psicológicos y de comportamiento rechazan la idea de que el conocimiento consciente es importante. Se aferran para ello a la siguiente ubicación: “Suponiendo que en efecto llegue a descubrir que mis problemas de adulto están relacionados con lo que me ocurrió en la infancia “¿Cuál sería la diferencia? Pero aunque parezca un razonamiento de forma teórica en realidad existe una respuesta.

Cuando una persona descubre los motivos raigales que l llevan a sentir y a actuar de determinada manera, la diferencia es enorme. Es como si una luz poderosa penetrara en un túnel oscuro. El túnel seguirá siendo largo y tenebroso, lleno de sombras. Pero cuando la luz cae sobre las paredes interiores, revelando la forma, las dimensiones y la textura del túnel, resulta mucho más fácil encontrar la salida. Con la comprensión de los problemas,, las piezas anteriormente mezcladas del rompecabezas, que es la vida de un individuo, comienzan a juntarse en un todo coherente, y muchas cosas que parecían misteriosas, insondables y desconcertantes, comienzan a cobrar sentido.

PARA QUE SE PRODUZCA UN CAMBIO SIGNIFICATIVO ES PRECISO QUE EL CONOCIMIENTO CONSCIENTE SEA SEGUIDO POR LA INTEGRACIÓN. PARA ALGUNAS PERSONAS Y EN CIERTAS SITUACIONES, EL CONOCIMIENTO CONSCIENTE DE LO QUE HACEN Y DE POR QUÉ LO HACEN ES SUFICIENTE PARA EMPEZAR A CAMBIAR SUS SENTIMIENTOS Y SU CONDUCTA. Para LA MAYORÍA, sin embargo, ése es sólo el primer paso. Para que una persona cambie realmente sus sentimientos y su conducta hacia los demás, es indispensable la integración. Cada no de nosotros posee diferentes estratos de conciencia y la capacidad de adquirir distintos tipos de conocimiento.

Existen el conocimiento intelectual y racional, el que se da a nivel de la mente. Existe el conocimiento emocional o visceral, que se produce en el corazón, las entrañas y el alma. En culturas de orientación cognoscitiva como la nuestra, la mayoría de las personas perciben primero las cosas a través de la mente, pero lograr esa misma percepción a nivel visceral lleva más tiempo, y es entonces cuando tienen lugar los cambios más profundos.

5. LA RAPIDEZ DE LOS CAMBIOS VARÍAN SEGÚN SU ÍNDOLE, PERO LOS CAMBIOS MÁS PROFUNDOS SE PRODUCEN MUY LENTAMENTE. A veces, la estrategia más útil para una persona puede ser cambiar primero su comportamiento, con la esperanza de que luego cambiará en consonancia su manera de sentir. Así, por ejemplo, cuando Nancy se planteó la necesidad de conseguir trabajo después de terminar sus estudios, se sintió aterrada hasta el punto de ser incapaz de redactar su vitae o efectuar flamadas telefónicas necesarias.

Hubiera podido abocarse primero a tratar de superar sus miedos, y luego buscar trabajo. En cambió decidió aceptar por el momento sus miedos y actuar y actuar a pesar de ellos. Una vez que consiguió empleo y empezó a trabajar, comprobó que esos miedos empezaban a disiparse automáticamente, ya que sólo se debían a sus fantasías de no poder adaptarse o desempeñarse con eficacia. En este caso, lo sensato fue cambiar primero la conducta.

6. MUCHAS VECES, CUANDO AL PARECER NADA OCURRE, EN REALIDAD SE ESTÁN OPERANDO CAMBIOS PROFUNDOS. La lentitud del proceso de cambio es en sí misma causa suficiente de frustración. A ello se suma además que la mayoría de los cambios profundos no ocurren de manera ostensible o rotunda. Si bien es cierto que algunas personas experimentan a veces iluminaciones súbitas, lo más común es que los cambios se experimentan de un modo muy sutil. A veces tan sutil, que al parecer no ocurre nada en absoluto y la persona tiene la sensación de encontrarse completamente estancada.

7. EL CAMBIO NO SE PRODUCE EN FORMA SOSTENIDA Y LINEAL; A LO LARGO DEL CAMINO HAY RETROCESOS Y TROPIEZOS. A veces, los momentos de calma chicha son exactamente lo que parecen: momentos en los que nada ocurre. Estas pausas son inevitables. Sería muy lindo el cambio se produjera en línea siempre ascendente e ininterrumpida, pero la realidad es que hay momentos en los que el ritmo del cambio se hace más lento o se detiene temporariamente.

Del mismo modo, son inevitables los retrocesos. Por ejemplo, cuando Nancy se esforzaba por superar sus atracones de comida, hubo ocasiones en las que volvió a recaer en sus antiguos hábitos. Esas regresiones nunca son agradables, pero tampoco deben ser motivo de desesperación. El proceso de cambio es un proceso clemente. Una persona puede resbalar, caerse del vagón, por así decirlo y volver a treparse al tren. No hay castigos. No será obligadaa”volver a fojas cero”, sino que podrá reanudar el viaje en el punto en que lo dejó.

Así como no siempre el proceso de cambio se desarrolla hacia delante y en línea ascendente, tampoco es siempre muy divertido. De hecho, en la medida en que saca a la luz recuerdos largamente reprimidos, a menudo hace surgir sentimientos dormidos de dolor, pérdida, tristeza, ira, etc, que pueden ser muy difíciles de soportar. En ciertos casos existe el riesgo de que la persona empeñada en el proceso de cambio se sienta tan invadida por sentimientos penosos que no pueda seguir funcionando o caiga en una grave bajon emocional.

Cada vez que el proceso de cambio penetra penetra en un territorio tan pedregoso es indispensable recurrir de inmediato a la ayuda profesional. No hay razón en el mundo para que una persona sumida en intolerable sufrimiento o bajon emocional deba continuar en ese estado. Un psicoterapeuta que trabaje en equipo con un médico, o a la inversa, podrá indicarle un tratamiento que tal vez incluya medicación y que la ayudará a capear el período difícil y a continuar con el proceso de cambio.

8. MUCHAS DE LAS RESPUESTAS YA ESTÁN DENTRO DE USTED. Al descubrir que padecen bloqueo afectivo, muchas personas reaccionan diciendo en esencia lo siguiente:”Muy bien, comprendo que tengo un problema. Ahora dígame qué puedo hacer al especto”. Estar abierto para recibir ayuda y consejo es un rasgo bienestarable, pero hay quienes lo llevan demasiado lejos. Pretenden que los guías que han elegido no se limiten simplemente a señalarles los caminos posibles, sino que decidan por ellos cuál deben tomar, Como no confían en su propio ser interior, no se dan cuenta de que tal vez en un nivel inconsciente ya tengan una idea exacta de lo que requieren saber.

Para que el proceso de cambio avance, es preciso que el individuo tenga una conciencia cada vez más clara de sus propias fuentes interiores de sabiduría y que se apoye en ellas. Cada uno de nosotros posee una voz interior inconsciente que sabe lo que más nos conviene. Esa voz prosana comunicarse con nuestro yo consciente de diversas maneras: a través de sueños, de imágenes o recuerdos que acuden a nosotros sin que sepamos por qué, a través de disfunciónes físicas que parecen difíciles de explicar o sanar.

Existen muchas formas de hacernos más receptivos a nuestra voz interior, entre las que se incluyen la meditación, los ejercicios de visualización, llevar un diario, acostumbrarse a recordar, registrar y analizar los sueños, la creación, el ayuno, los rituales religiosos, la danza, el canto, la música, la pintura y otras artes creativas. Cuando una persona se comunica mejor con sus propias fuentes de sabiduría, estará en mejores condiciones para decidir qué camino elegir entre aquellos que otros le aconsejan.

9. EL PROCESO DE CAMBIO PUEDE SER FATIGANTE Y HACERNOS SENTIR ESTÚPIDOS. No es solo la lentitud la que puede tornar fatigante el proceso de cambio, sino también la necesidad de indagar tanto en el propio yo. Por mucho que a muchas personas les pueda resultar inicialmente interesante la autoexploración y el auto análisis, suele llegar un momento en que sienten que “Esto no va más. Estoy harto y asqueado de hablar de mi vida y mis problemas.

Me enferma tanto hurgar bajo la superficie y analizarlo todo. Me aburre mi propia neurosis. Lo único que deseo es callarme e ignorarla por n tiempo”. Durante cualquier viaje largo, es inevitable sentirse a veces harto de tanto viajar y aburrido con el panorama. Tales sentimientos deben ser aceptados y elaborados, Son parte del proceso de cambio, y no un motivo para abandonarlo.

Lo mismo puede decirse de los sentimientos de estupidez que casi siempre surgen. Cuando alguien comienza a establecer relaciones penetre lo que sucedió en la infancia y lo que le sucede en su vida adulta, suele ocurrir que esas relaciones le parezcan “tan obvia que cualquiera podría verlas”. Cuando logran una percepción importante, no exclaman “Eureka” ¡Es maravilloso que haya comprendido esto! En cambio reaccionan con alguna versión de “¿Cómo no me di cuente antes?” Es tan evidente que solo a un idiota se le pudo escapar”, o “debo haber estado ciego” “¡Qué imbécil que soy!”. La realidad es que muchas de las cosas más obvias para los ojos de los demás respecto de nosotros mismos y de nuestras vidas, son precisamente aquellas que a nosotros más nos cuesta ver. Es preciso recordar esta verdad cuando uno está embarcado en el proceso del cambio.

10. EL CAMBIO ASUSTA. Los esquemas hondamente arraigados como lo son os bloqueos afectivos, se originaron por una sola razón: para ayudarnos a sobrevivir. Por lo tanto, cuando una persona se dispone a abandonarlos, es probable que sienta que su supervivencia está en juego, que literalmente va a morir. No hay duda de que causan miedo, y a veces terror, cambiar esquemas de sentimientos y comportamientos de toda una vida y encarar la existencia de una manera diferente y desconocida.

11. NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR. Este es uno de los principios del cambio que tropieza con una mayor resistencia. Muchas personas que padecen bloqueos afectivos y otros problemas psicológicos llegan a un punto en la vida que piensan: “He perdido mi oportunidad de cambiar. He sido como soy desde que recuerdo, y supongo que lo seguiré siendo hasta que me muera”. En nuestra cultura obsesionada con la juventud, es habitual dar por sentado que una vez pasada cierta edad, la gente pierde su capacidad de cambio.

Esto es rotundamente falso. Las personas cuya historia se relata en las páginas siguientes se embarcaron en un esfuerzo por cambiar diversas edades, desde antes de los 30 años hasta bien pasados los 50 años. Para nadie existió la barrera de la edad, y la mayoría comprobó que su mayor experiencia les daba sabiduría, perspectiva y humor, todo lo cual facilita las cosas.

12. EL CAMBIO ES UN TRABAJO PARA TODA LA VIDA. Este principio final suele ser fuertemente resistido. Nancy por ejemplo, no ha concluido su proceso de cambio. Después de lograr progresos significativos, la persona puede llegar a un punto en que siente que: “Ya está. Me siento mucho mejor; no me queda más trabajo para hacer”. Luego, dos días, meses o años después, advierte que hay más trabajo para hacer, tal vez a un nivel más profundo respecto de cuestiones por completo diferentes, que desconocía antes.

Puede resultar muy desalentador darse cuenta de que no está mejor como creía, que se debe seguir trabajando. Es útil recordar que hay dos maneras de ver la situación. Una persona puede lamentarse y decir: “Oh, no, creí que estaba mucho mejor y ahora descubro que todavía me falta mucho. ¡Qué desalentador!”. O bien puede decir: “!Qué bueno! Creí que había llegado lo más lejos que podía ir, y ahora descubro que todavía hay espacio para progresar. ¡Puedo sentirme aún mejor!”.

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23 Comentarios

  1. Eduardo Silva Montero

    Gracias por compartir estos excelentes conocimientos que nos ayudan a conocernos mejor y sobretodo a mejorar nuestra empatia.

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  2. Alma Navarro

    Me gusto mucho y me provocó una curiosidad por buscar en mi pasado. Para vivir un mejor presente, y tener un cambio radical, para ser mejor en un futuro no muy lejano.

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  3. marlene

    Gracias, requiereba leer algo como esto pues estoy en un proceso de mucha confusión en mi vida.

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  4. Anónimo

    Esta genial este artículo gracias )))analizaremos …todo cuesta,pero lo que cueste Hechoo!!!Me merezco lo mejor está claro.Gracias

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  5. Ross San Juan

    Excelente artículo… gracias por compartir temas tan interesantes que nos hacen evolucionar como seres humanos, a descubrir y ahondar en nuestro psique. En realidad es cierto y todo lo que somos en el presente está ligado a lo que traemos guardado en el inconsciente desde nuestra infancia… Felicitaciones!

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  6. Susana Alfaro

    Gracias,como siempre con sus publicaciones, me ha sido útil y reconfortante de alguna manera.

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